En un juicio que duró varios días, se reveló que Williams colocó a los niños dentro de un horno encendido en su propio apartamento, donde perecieron con tan solo una hora de diferencia. Las autoridades encontraron los cuerpos de los menores tras una llamada de emergencia realizada por la propia madre, quien inicialmente intentó culpar a una cuidadora. Sin embargo, las pruebas forenses demostraron que Williams estuvo presente y fue la única responsable de este atroz crimen.

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Durante la llamada al 911, Williams describió una escena escalofriante, asegurando que encontró a uno de sus hijos con el cerebro esparcido y al otro con el horno sobre él. Estas declaraciones, que inicialmente parecieron confirmar una tragedia accidental, fueron rápidamente desmentidas por las investigaciones.

El informe del médico forense reveló que los niños murieron a causa de la exposición prolongada a altas temperaturas dentro del horno, descartando cualquier otra causa de muerte. A pesar de no presentar quemaduras externas severas, las autopsias mostraron las terribles condiciones a las que fueron sometidos los pequeños.

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Jameel Penn, padre de las víctimas, testificó durante el juicio y relató cómo Williams lo contactó a través de una videollamada para mostrarle los cuerpos sin vida de sus hijos. “Fue una escena sacada de una película de terror”, afirmó Penn, quien inmediatamente denunció el crimen a las autoridades.