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En un hecho ciertamente inusual, la localidad de Anadia, situada en São Lourenço do Bairro, en el corazón de Portugal, se vio envuelta en una inundación no de agua, sino de vino tinto, el domingo 10 de septiembre. Entre Coimbra al sur y Oporto al norte, este tranquilo pueblo experimentó un fenómeno bastante fuera de lo ordinario debido a un incidente en la destilería Levira.
Dos voluminosos tanques de vino tinto reventaron en las instalaciones de la destilería Levira, dando lugar a que cerca de 2,2 millones de litros del líquido, una cantidad comparable al volumen de una piscina olímpica, fluyeran libremente por las calles, una visión bastante infrecuente, incluso en un domingo pacífico. El caudaloso río de vino inundó rápidamente las vías, rodeando letreros de tráfico y sumergiendo vehículos estacionados hasta más allá de los neumáticos. Según reportaron medios locales, el vino llegó hasta infiltrarse en el sótano de una de las casas, antes de ser desviado hacia áreas circundantes.
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Afortunadamente, los bomberos de Anadia actuaron de manera eficaz, evitando que el vino alcanzara y contaminara un río cercano, lo que podría haber resultado en serios daños ambientales.
En respuesta a la crisis, la destilería Levira no tardó en emitir una disculpa pública. En un comunicado, la empresa asumió completa responsabilidad por el suceso, comprometiéndose a cubrir los costos de limpieza y reparación de los daños, aunque no especificaron las razones detrás del estallido de los tanques. Solicitaron a los residentes locales que conservaran fotografías y vídeos del incidente para facilitar el proceso de reparación, garantizando su esfuerzo por mitigar cualquier contaminación o daño producido y prometiendo limpiar las áreas afectadas.
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“Estamos completamente comprometidos en remediar los efectos de este incidente, con equipos ya preparados para actuar de inmediato. Nuestra principal prioridad es solucionar este problema a la mayor brevedad”, expresaron desde la destilería.
Mientras tanto, es probable que algunos lugareños hayan apreciado este "milagro" inesperado, agradeciendo secretamente por el "afortunado accidente", y tal vez, deseando en su interior que la peculiar "lluvia de vino" se repita en alguna otra ocasión.
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