Expreso, entonces, mi regocijo por la fi rmevoluntad del Presidente de avanzar en elproceso de negociación para la paz y del tratamientoque le ha dado al mismo; este ha venidodesarrollándose como producto de unahoja de ruta despejada por parte del Gobierno:sin improvisaciones, sin ruidos, sin protagonismos,sin propuestas mediáticas.
El solo hecho de no entregar zonas dedespeje, de tener como escenario de conversaciónescenarios neutrales y de hablar de mesescomo tiempo prudencial para el desarrollo delmismo: es señal inequívoca de la seguridad, lasolidez y claridad del Gobierno nacional en elproceso de negociación.
Con estas cauciones, en este contexto deconfi anza, no puedo dudar de este diálogo,como punto de partida ineludible para la pazy de su efi cacia; a pesar de las posturas contrarias,tensas e inconciliables, debido a las experienciasnegativas y fracasos repetidos.
Sin embargo, con la convicción, de que eldialogo es necesario y de que éste es oportunoy posible, no consigo dejar a un lado el obstáculoque la realidad actual me obliga a considerary que me precisa a ser aprensiva frenteel tema de la no suspensión de las operacionesmilitares.
La verdad sea dicha, para la tranquilidadde los colombianos, considero necesario yconveniente un cese bilateral del fuego, el cualdebe ser totalmente incluyente y exigible a losdisidentes armados y a las fuerzas regulares.No considerar y aceptar esta posibilidadnos llevaría a una medición de fuerzas paradeterminar grados de exigencia, y esta situaciónno solo desestabilizaría más a nuestrogolpeado país, sino que también pondría enjaque la vida de todos los colombianos.
Quienes hemos vivido los efectos de laguerra, queremos que nuestros hermanos nosean víctimas de confrontaciones armadas ode hostilidades; deseamos que la sociedad civiladquiera la seguridad de que las negociacionespara la paz se hacen en espacios que asegurenpaz y garanticen la efi cacia del diálogosin que éste pueda ser falseado, desvirtuado orestringido, y para que todos los sectores deColombia, militares, civiles, religiosos y laicospuedan ser veedores de un proceso de negociaciónque nos afecta a todos.En justicia, resalto y subrayo el compromisodel Gobierno de afrontar en los diálogosproblemas estructurales, como son el desarrollorural para dar mayor acceso a la tierra,el respeto y aplicabilidad de acciones para laconservación del ecosistema, las garantíaspara lograr la participación ciudadana real yefectiva, el narcotráfi co y la reparación de víctimas.
El reconocimiento de estos problemas estructuralesy su inclusión en la agenda de negociación,constituyen indiscutiblemente unavance para la consecución de la paz, y unavez obtenida esta, para mantenerla sobre basessólidas y justas.
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