Influjo olímpico (I)

Alberto Bejarano Ávila

Fiel a mi talante propositivo, explícito o tácito, plantearé una propuesta al aire, lugar adonde suele ir toda idea que no encuadre como lugar común en la estrecha visión de la complejidad social, económica y política que estilan casi todos nuestros “líderes” y, como prefacio, debo admitir que el rol de la juventud es crucial para superar las injustas realidades sociales, pero igual debo acusar la ladina retórica del cambio generacional para lograr el cambio tolimense, pues esa retórica, en vez de señalarle grandes horizontes, avejenta a la juventud por partir de un aberrado sentido político que muestra, como modelo de buen político, al egocéntrico, caudillista y abusador del erario.
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Correcto sería que el crucial rol juvenil en la transformación desacate el pernicioso electorerismo como fin per se, y que emerja una amplia perspectiva sociológica con espíritu tolimensista, guiada por estrategias que, en vez de instrumentalizar a los jóvenes, les permita ser protagonistas del genuino e incluyente desarrollo regional. 

La visión del desarrollo regional no se hace perceptible y viable por el mero efecto de teorías políticas y económicas ortodoxas, sino por la consistencia de la identidad de sus pobladores, el amplio conocimiento de sus territorios históricos, la lectura de sus escenarios estratégicos y sus recursos y más atributos que permitan juzgar, con plena convicción, que otro futuro sí es posible. Por lo anteriormente expuesto y de las tantas variables estratégicas que podrían afirmar el compromiso de los jóvenes tolimenses para construir un mejor futuro y, aún bajo el influjo de la reciente olimpiada mundial, propongo una estrategia que, aunque parece no tener razonable correlación con la ortodoxia desarrollista, no dudo será efectiva, como bien lo demuestran las dinámicas sociales que observamos en regiones desarrolladas.

La estrategia que propongo es fomentar el deporte en todas sus disciplinas bajo el contexto geopolítico del territorio tolimense. La práctica deportiva, en sus distintas disciplinas, es un inequívoco estímulo para los jóvenes, que de forma metódica y con buena fundamentación técnica toman el deporte como vocación, asimilen e irradien las virtudes del buen deportista (tenacidad, gallardía, energía, trabajo en equipo, espíritu competitivo) al sentir tolimensista enaltecido por el acervo histórico, sistémico y sinérgico del territorio. Ofende la poca y torpe atención que la dirigencia pública y privada le otorga al deporte, desidia que se convierte en escollo para que la vocación deportiva sea una actividad integradora y motivadora de sueños y posibilidades para que los jóvenes tolimenses hagan presencia exitosa y continuada en los grandes escenarios deportivos del país y del mundo y así enaltezcan el orgullo regionalista.

El deporte como estrategia para construir región podría comenzar con la institucionalización de la “olimpiada regional”, evento deportivo que podría ser por bienios o trienios y realizado en sedes rotativas, elegidas al menos con cuatro o seis años de anticipación y por grupos de municipios con relativa cercanía entre sí, a efectos de proporcionar tiempo razonable para que aquellas municipalidades se preparen debidamente para esas justas. Continúa…

Alberto Bejarano Ávila

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