¿La pandemia producirá un recambio geopolítico?

Alejo Vargas Velásquez

Hay cierta especulación acerca de cómo será el mundo post-pandemia. Algunos colocan más sus sueños, antes que las realidades y otros imaginan grandes transformaciones.
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Que USA perderá su liderazgo global, dicen unos, que China se consolidará como la primera potencia especulan otros, que China se desinflará como potencia global emergente, otros sueñan un mundo de solidaridad y cooperación entre países y así sucesivamente. Todo indica que no habrá grandes cambios, pero sí se comenzarán a vislumbrar transformaciones en varios campos.

Sin duda Estados Unidos seguirá siendo la primera potencia global, pero en proceso de declive –como ya lo venía desde antes de la pandemia-, sólo que sin la decisión política de liderar procesos de respuesta, ni en lo militar, ni en lo económico, ni en la atención a pandemias como la actual.

China, que aparece como la que dio la respuesta más eficaz a la pandemia, tiene a juicio de un sector muy importante de los grandes países – ¿tendrá sentido seguir hablando de ‘comunidad internacional’?- que explicar de los orígenes del virus y del manejo inicial de la situación. Pero los dos países seguirán con sus economías interdependientes y no parece sencillo ese desacople a corto plazo. Rusia continuará buscando consolidar sus capacidades militares, pese a sus debilidades en la economía, para mantener su rol de actor de primer orden en la escena internacional.

La Unión Europea, ha evidenciado con la pandemia sus debilidades internas –que ya el Brexit había sacado a flote-, con su evidente incapacidad de formular e implementar una política común para enfrentar la pandemia; es previsible un resurgimiento de las prioridades nacionales y una pérdida de confianza en las bondades de la integración.

En América Latina, las circunstancias geopolíticas se mantendrán, a pesar de lo debilitados que quedan todos los Estados con la pandemia. Sigue estando mayoritario un eje de gobiernos de derecha –alineados con las políticas de USA-, liderados por el llamado ´Grupo de Lima’, con un México que funge cierta autonomía en su política exterior, pero altamente dependiente de la economía norteamericana y del Nafta; otros gobiernos en posiciones más autónomas como Argentina. Cuba y Venezuela seguirán soportando las ‘ofensivas’ lideradas por USA, pero sin que haya ninguna decisión de confrontar a los aliados extra-continentales de estos países.

En todos los países y como sucede siempre frente a estas crisis, se recurrirá al Estado, lo cual fortalecerá el protagonismo de estos. Pero todos los Estados, en mayor o menor medida, estarán más debilitados y endeudados, pero a pesar de ello seguirán siendo un referente de respuesta a los problemas colectivos –no parece probable el resurgimiento de un neo-keynesianismo-.

Uno de los fenómenos previsibles es el reforzamiento del aislacionismo de los países, por razones de la pandemia, lo cual tendrá un efecto negativo frente a los flujos migratorios –probablemente los extranjeros se verán como potenciales portadores del virus, durante un tiempo-. Esto se acompañará del fortalecimiento de los ejecutivos y de tendencias autoritarias en los gobiernos –los Congresos y demás organismos de control se verán como obstáculos incómodos a la gestión-, lo que significará el debilitamiento de la democracia liberal, acompañado esto de un creciente control sobre la vida ciudadana, con la utilización de la tecnología y con la justificación de prevenir la expansión de la pandemia y sus probables rebrotes.

Sin embargo, el escenario geopolítico global se mantendrá sensiblemente similar al período previo de la pandemia, pero con todos los actores debilitados y sin muchos recursos, durante un período, para desarrollar iniciativas ni de cooperación, ni de agresión. Probablemente seguiremos en un período de relativo aislamiento.

ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ

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