El crecimiento de nuestras universidades

Miguel Ángel Barreto

La acreditación de alta calidad de la Universidad del Tolima debe entenderse como un propósito y un beneficio para la región. Es hora de fortalecer la cultura de la autoevaluación y la autorregulación. Recordemos que la actual administración en cabeza de Ómar Mejía encontró una alma máter desarticulada, al borde del colapso económico con un déficit de 24 mil millones de pesos en 2016.

La gestión y reorganización realizada en los últimos tres años le ha permitido a la Institución salir de la crisis, estandarizar sus procesos académicos y administrativos, siendo hoy la mejor prenda de garantía para optimizar el acceso a los servicios de educación superior en beneficio de miles de estudiantes, en buena parte provenientes de estratos económicos 1, 2 y 3, o de poblaciones vulnerables.

Hoy la universidad presenta notables avances en aspectos fiscales y financieros y ha recuperado la confianza administrativa gracias, igualmente, a un uso más eficiente de los aportes de la Nación y del Departamento. Tal esfuerzo no se puede ir al traste y por ende el siguiente escalón a conquistar es la acreditación en alta calidad, cuyos beneficios son significativos para fortalecer sus programas académicos, la educación a distancia, especializaciones, maestrías y doctorados.

Este proceso está orientado a ampliar el modelo de acceso a recursos económicos que ofrece el Estado en educación y su nuevo estatus le permitiría a los estudiantes mejores oportunidades laborales frente a otros profesionales, al tiempo que se abre una puerta a los intercambios internacionales en aras de brindar y recibir mayores conocimientos académicos que se puedan aplicar a la realidad del territorio.

Otro de los retos que propone la obtención de la acreditación es avanzar en un nuevo modelo de relacionamiento con universidades extranjeras y con fondos internacionales que apalanquen áreas del conocimiento vinculadas con la innovación y la productividad.

En este escenario la Universidad del Tolima puede jugar un papel determinante a favor de nuestra región en actividades relacionadas con la medicina, la veterinaria, el medio ambiente y especialmente los sectores agrícola y pecuario, entre otros, en los que existe un reconocimiento nacional por la calidad de sus profesionales y en el que jugarán un papel mucho más relevante sus grupos de investigación, publicaciones o aportes a la ciencia. De hecho, temas sensibles como el fracking en el Bosque de Galilea y la creación de la Universidad del Sur son enormes discusiones y apuestas que viene asumiendo la institución.

Es por ello que lejos de los conflictos internos, tanto estudiantes, administrativos, docentes, sindicatos y directivas de la UT están en mora de cerrar filas este 2020 para obtener esta preciada y merecida calificación por parte del Consejo Nacional de Acreditación.

Precisamente, el presidente Iván Duque, dentro de su apretada agenda en la que instalará la primera piedra del Coliseo Mayor del Parque Deportivo y revisará el Túnel de la Línea, reservó un espacio para visitar mañana la Universidad de Ibagué, en donde destacará la obtención de la acreditación de esta institución que no solo dio un paso gigante por el bien de la región, sino que hoy es un modelo de eficiencia administrativa. Merecidamente y después de un arduo proceso interno Unibagué ingresó al pedestal de instituciones de educación superior y se constituye hoy en un referente en Colombia y sus puertas son cada vez más anchas para realizar acuerdos con instituciones externas en beneficio de sus profesionales y educandos.

No en vano, la presencia del Jefe de Estado en el claustro es significativa, pues reitera su compromiso con la educación superior y nos convoca como región a diseñar espacios para avanzar en aspectos vinculantes con la productividad y la competitividad, así como fortalecer la relación Academia-Estado-Empresa, escenario en el que, para el caso de la región, resulta prioritario fortalecer los centros de pensamiento y producción del conocimiento.

En ese contexto las instituciones de educación superior en la región simbolizan las bases de un modelo de interacción e intervención en las esferas territoriales y público – privadas, en aras de avanzar en problemáticas tan complejas como el desempleo, la pobreza y el uso eficiente de los recursos del Estado.

A medida que crezcan y se fortalezcan nuestras universidades, lo hará todo el Departamento.

Comentarios