50 años de las luchas del “indio” Manuel Quintín Lame II

José Javier Capera Figueroa

El trasegar político del “indo” Manuel Quintín Lame ha sido concebido como un referente en la lucha de los movimientos indígenas en América Latina, luego de 50 años cada vez toman más fuerza sus ideas en un escenario politizado, fragmentado y con diversas contradicciones como es claramente la sociedad colombiana, pareciera ser que la “democracia” desde cualquier adjetivo o calificativo demanda mayor atención en su mismo proceso de construcción y futura consolidación.

En efecto, los 50 años de luchas políticas, sociales y culturales ejercidas por Quintín Lame en territorios indígenas despertó inconformismos generalizados por parte de las comunidades en su proyecto de reivindicación y restructuración de lo que han denominado “nación” bien lo resalta el maestro Eduardo Sandoval Forero, cuando señala que parte del conflicto hecho violencia en su largo trayecto histórico responde principalmente a los vacíos que se han construido en cada uno de los escenarios en la tierra de Mancando, es decir, dicha invención de una sociedad moderna (colonial) caracterizada por no contemplar o legitimar realmente los pueblos indígenas, negros, campesinos, mujeres y demás grupos oprimidos de la incierta realidad política colombiana. Véase: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0562/articulo09.html

La praxis trasformativa de aquella época proveniente de las vibraciones políticas del “indio” Quintín Lame, ha tomado fuerza al interior de las dinámicas del Movimiento Indígena Colombino, gran parte de sus organizaciones configuradas en niveles locales y nacionales, han tomado sus banderas de lucha como parte de los programas de resistencia local y de construcción de proyectos alternativos frente a la hidra venenosa del capitalismo extractivista, financiero y crematístico, el cual sin lugar a dudas, se ha caracterizado por el despojo a gran escala de tierras, saberes y tejidos comunitarios sobre los sectores subalternos de nuestra sociedad.

De forma concreta logramos apreciar, en lo descrito por Renán Vega Cantor “cualquier trabajador que se organice sindicalmente, cualquier comunidad indígena que defienda sus derechos, cualquier comunidad que pida mejores condiciones de infraestructura, serán vistas como reivindicaciones terroristas que deben ser reprimidas y este brazo armado ilegal que el gobierno dice que no existe, sigue operando azuzado por distintos sectores dominantes de este país, tanto políticos como económicos, lo significativo es que esos nuevos grupos paramilitares que son los viejos de siempre que nunca desaparecieron, se están entronizando en regiones de influencia de las Farc antiguamente que quedaron desocupados y que ellos están ocupando ahora y, por lo general, son regiones donde se generan grandes megaproyectos mineros, energéticos, hidroeléctricos y lo que se trata es de respaldar esas inversiones del capital trasnacional para asegurar el libre funcionamiento de la inversión extranjera”. Véase: http://www.pacocol.org/index.php/noticias/economia/1531-en-colombia-se-ejecuta-un-modelo-neoliberal-armado-renan-vega-cantor

En conclusión, la vigencia de lo manifestado por Quintín Lame toma fuerza en esta época, en donde la crisis de la democracia y de representación es cada vez más vigente, la necesidad de superar la fragmentación de una cultura construida sobre la estructura de un Estado violento, mafioso y estigmatizador de las luchas sociales, tal como viene sucediendo en el desarrollo de una política de extermino y violencia contra los pueblos indígenas que no tiene aires de parar por el momento, a su vez, las fuerzas “oscuras” de los grupos radicalizados y precursores del paramilitarismo, las bandas criminales y las estructuras de instituciones consumidas por la corrupción y la narco – política muestra el panorama que deben enfrentar por sobrevivir las comunidades indígenas en sus territorios ancestrales.

Véase: https://www.elespectador.com/noticias/elmundo/indigenas-y-afrodescendientes-fuera-de-paz-articulo-616932

Postscriptum: la necesidad de incorporar los pueblos indígenas a la construcción real de la Justicia Especial para la Paz, debe ser una necesidad sin lugar a dudas, es una lástima ver cómo se dilatan las bases del proceso de paz, aun cuando, salen a relucir las contradicciones de diferentes partes y lo más complejo se sigue alimentado la cultura de la violencia, la mentira y la zozobra por parte de las élites, las “izquierdas” divididas, la derecha negociando y encubriendo sus errores, y parte de la sociedad civil pendiente de la clasificación de la selección Colombia al mundial, sin dejar a un lado, que baje el precio de la cerveza para las festividades de diciembre.

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