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En el caso del Tolima, ello puede tener varias interpretaciones: por un lado podría expresar pluralidad, apertura de oportunidades y hasta genuino deseo de muchos por servir a la región desde cargos de representación. También podría entenderse como una evidencia más del enorme desempleo que afecta a la región, y acaso desconocimiento sobre las responsabilidades del cargo, que subestiman y consideran que cualquiera puede ocuparlo, o sobreestiman sus propias condiciones para cumplir con tan importante función. Esto puede derivarse de cuanto observan de tantos parlamentarios que constituyen un deplorable ejemplo para la ciudadanía y una pena para la democracia que dicen representar, o acaso no eso lo que ejemplifican el mediático senador Macías -el de la jugadita-, o el famoso Anatolio?
Ahora bien, conocidos los 50 nombres queda la impresión de que muchos son candidatos de sí mismos y que el liderazgo y carisma, así como sus méritos por las ejecutorias en beneficio de las comunidades son un secreto muy bien guardado en su respectiva familia. Otros sí son conocidos, algunos por problemas judiciales especialmente relacionados con contratos con el Estado; otros más porque han sido o son congresistas que se han destacado por su pobre desempeño, solo asisten a las sesiones de vez en cuando, su voz no se escucha o sus intervenciones son deplorables, pero eso sí, han cobrado puntualmente los jugosos sueldos y disfrutan las gabelas que se han decretado. Y, posiblemente de los 50 nombres, queda una pequeña selección que sí amerita apoyo.
Aquellos aspirantes representan nueve agrupaciones políticas, y es imperativo conocer qué significan. Son acaso aquellos partidos tradicionales, o de los más recientes que han contribuido a consolidar el deplorable estado de cosas que se vive en Colombia, porque con sus maquinarias apoyadas en sus bancadas parlamentarias, manipulan el poder, manejan enorme burocracia y múltiples contratos, todo para asegurar su propio y exclusivo beneficio? Son de aquellos que deberían responder al país por la enorme corrupción, violencia, politiquería, impunidad, empobrecimiento y desempleo que padece la inmensa mayoría de la población?, implicando que aún cuando algunos congresistas quisieran actuar diferente no pueden hacerlo porque es su partido el que ordena cómo hacerlo -tal como lo demostró el representante del Guainía cuando fue la Presidenta de la Cámara quien le ordenó: “Anatolio vote SI”. La tarea por tanto es escudriñar con extremo cuidado quién es el candidato o candidata y también, qué agrupación política representa, porque unos y otros determinan su desempeño en el Congreso. Cabe señalar así mismo, que tantos candidatos pueden determinar una gran dispersión de los votos y así dejarán evidencia que representan a muy pocos. Contar con un buen Congreso es crucial, es estratégico, mucho más en momentos como los que vivimos, cuando Colombia pasa por una coyuntura en extremo compleja. Entonces, el desafío es grande, y no hay duda, nuestro deber es votar, y debemos hacerlo copiosamente, solo por quienes tengan suficiente y comprobado mérito, representen a la ciudadanía y no se plieguen a la voracidad de sus partidos y jefes políticos. El Tolima necesita una bancada parlamentaria, tanto en Cámara como en el Senado, conformada por mujeres y hombres verdaderamente “honorables” y comprometidos con la región, que nos haga sentir orgullosos por su destacado desempeño. Que sea ese nuestro regalo para Colombia en el 2022.
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