En la base de todos los males

Carmen Inés Cruz Betancourt

En la base de casi todos los males que padecemos en Colombia se encuentra el deplorable Congreso de la República que tenemos.
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La razón es que está integrado por una mayoría de personas cuyo principal compromiso es su propio beneficio y el de sus grupos politiqueros, y muy poco o nada les importa la suerte del país. Por supuesto,  hay unos pocos interesados en hacer un buen trabajo, pero son tan pocos, que sus propuestas difícilmente logran salir adelante porque aquella mayoría los apabulla.

Y ¿por qué tantas personas indeseables llegan al Congreso? Son varias las razones, veamos algunas: la primera es que artificialmente las campañas al Congreso se han vuelto extremadamente costosas y para financiarlas los aspirantes comprometen generosas recompensas en burocracia y jugosos contratos con recursos del Estado, o la entrega de concesiones exorbitantes para sus financiadores; entonces, quienes no aceptan esos retorcidos tratos difícilmente llegan. En segundo lugar porque es enorme y compleja la maquinaria que suelen montar para operar una campaña, incluyendo los mal llamados líderes que se encargan de comprar votos a ciudadanos que se transan por prebendas de diverso tipo, incluyendo la organización de eventos con transporte, alimentos, rifas, animadores y compromisos de entrega posterior de aportes, empleo y obras, aún cuando no cumplan o lo hagan a medias. En tercer lugar, porque funcionarios públicos y gobernantes de todos los niveles encuentran fórmulas para aplicar recursos del Estado a la contratación y entrega de obras y prebendas a las comunidades a cambio de que garanticen el voto a los candidatos que apadrinan. También pesa la manipulación que se hace durante la operación misma de las elecciones cuando, quienes manejan la mecánica electoral, alteran los resultados en beneficio de sus mandantes. Finalmente, juega un papel importante la desinformación, la negligencia y el escepticismo que lleva a la abstención de una alta proporción de ciudadanos.

Estas, y otras razones, ampliamente documentadas en Colombia, explican los resultados de la más reciente encuesta de percepción aplicada por INVAMER (20-12-2021 a 03-01-2022) según la cual el 75 % de los encuestados tiene una imagen desfavorable del Congreso de la República, y los partidos políticos que los avalan no se quedan atrás, su imagen negativa se situó en el 85 %. Valores que fluctúan muy poco a lo largo de varios años. Hoy, cuando la corrupción, la miseria, la inequidad social, la violencia, la inseguridad, el desempleo, la impunidad y la depredación ambiental han llegado a límites insoportables, cabe esperar que tantos y tan prolongados padecimientos hayan inducido a la ciudadanía a tomar conciencia de que aquella no es la vía, y que renovar el Congreso está en nuestras manos, que es nuestra gran responsabilidad social. Entonces, es imperativo promover que quienes aún no han registrado su cédula lo hagan, presencialmente en las oficinas de la Registraduría y en otros sitios habilitados y también virtualmente hasta el jueves 13 de enero.

Y, el próximo 13 de marzo, cuando tendremos elecciones para Senado y Cámara, nuestra responsabilidad es salir a votar. Será el momento para elegir solo y exclusivamente personas honestas, capaces, idóneas y genuinamente comprometidas con el progreso del país, del Tolima, de las regiones y de la ciudadanía sin distingo alguno. Luego nos ocuparemos de los candidatos a la Presidencia; por lo pronto ocupémonos de esta gran oportunidad, teniendo claro que solo si logramos elegir buenos congresistas podremos propiciar un mejor futuro para Colombia y decir de verdad: Feliz Año 2022.

CARMEN INÉS CRUZ

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