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Procesos que tardan años y décadas, delincuentes liberados por vicios de procedimiento que se interpretan como excusa para no acumular más casos en los despachos; delincuentes libres por “vencimiento de términos” a pesar de que existen pruebas que no procesan con diligencia, y cientos de casos que llevan a pensar si acaso absolvieron a los presuntos delincuentes a cambio de dádivas concertadas con jueces y fiscales. Sí, es cierto, son este tipo de percepciones negativas hacia el Sistema Judicial, las más frecuentes en el imaginario de la gente.
No obstante, lo sucedido en días recientes con el Fiscal Carlos Ricardo Gaitán Bazurto, quien falleció al caer del piso 6º. de su despacho en la Fiscalía de Girardot, debe llevarnos a considerar nuevos elementos a la hora de valorar el trabajo que realizan los operadores del sistema. Si bien este caso sigue en investigación, sus colegas hablan de suicidio, y lo relacionan con la nota que dejó en su escritorio: “Lo siento, estoy muy atrasado de trabajo”.
Es un hecho doloroso que debe alarmarnos sobre la grave problemática que viven los operadores del Sistema Judicial, de quienes reclamamos Justicia pronta y cumplida. Un evento que evidencia la enorme sobrecarga de trabajo que recae sobre ellos, porque son cientos y cientos los procesos que acumulan y no logran resolver en tiempos razonables.
Cabe destacar comentarios de sus colegas: “Gaitán Bazurto no era un funcionario más dentro de la Fiscalía, su trayectoria iniciada en agosto de 2009 lo colocaba en una posición de notable responsabilidad. Era abogado de la Universidad Externado, y contaba con especializaciones en ciencias penales, criminológicas, propiedad industrial, derechos de autor y nuevas tecnologías… además de haber sido director de la Unidad contra la Propiedad Intelectual y las Telecomunicaciones en 2013. Tenía en sus manos casos de gran envergadura, y la semana anterior había solicitado reubicación por exceso de carga laboral, y no se la dieron. Todas estas circunstancias habrían agravado su estrés”. A la inquietud que genera este hecho, se suman las declaraciones de una amiga cercana del Fiscal: “muchos fiscales en Funza, Faca y Ubaté, se encuentran ad portas de la locura por la desorbitante carga laboral”; y otros agregan que igual sucede en muchos otros lugares, y en algunos se agrava por la presencia de grupos ilegales y la creciente delincuencia que se observa en el país.
Lo dicho valida “las discusiones críticas sobre el bienestar mental y las condiciones laborales de los fiscales y trabajadores del sector judicial y la urgencia de abordar la sobrecarga laboral y el estrés, como factores de riesgo para su salud y seguridad del país”.
Otros agregan: “Este problema de salud mental que aqueja a muchos de los empleados de la rama y de la fiscalía, no se soluciona con una línea telefónica, con un psicólogo o con un psiquiatra. Se soluciona descongestionando los despachos, prestando los medios adecuados, creando más cargos y/o juzgados donde se necesite, pero mientras solo se creen cargos para las altas cortes y nosotros los de abajo sigamos así de atosigados y colapsados, lamentablemente esto va a seguir sucediendo...”. (https://www.infobae.com/colombia/2024/04/17/fiscal-se-lanzo-del-sexto-piso-del-edificio-de-la-fiscalia-en-girardot-habia-denunciado-estres-y-sobrecarga-laboral/)
Y mientras la ciudadanía tiene claro que el déficit de justicia estimula la delincuencia, pareciera que el alto gobierno no le da la atención debida. No obstante, esperamos que la nueva Fiscal y el Ministro de Justicia trabajen en forma intensa y articulada para aliviar tan grave problema.
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