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En su intervención aceptando el cargo, el nuevo Contralor enfatizó que “la entidad debe caracterizarse por la independencia, que en su caso le garantizaba la votación obtenida, y afirmó su compromiso de luchar contra la corrupción, el derroche y el mal uso de los recursos públicos…” Posteriormente, en una extensa entrevista televisada, expuso sus principales propósitos para cumplir en el período de dos años que quedan, después del tiempo cubierto por un Contralor Encargado. Entre los diversos asuntos que destacó mencionó uno que me llamó especialmente la atención: hacer marcación a los llamados “elefantes blancos”, un tema que he tratado con anterioridad en esta columna porque, con gran vergüenza atañe de modo especial al Tolima.
Sobre este asunto la Contraloría reporta que los “elefantes blancos” hoy suman más de $20 billones de pesos e incluyen 1.795 obras, y los cinco departamentos con mayor número son: Cundinamarca 175, Antioquia 154, Valle 144, Santander 110 y Tolima 103. Añadió que no solo retomará los casos sino que trabajará para asegurar que, por un lado identifican y sancionan a los responsables y también recuperan cuanto sea posible de los dineros desviados; además, que cuanto sea rescatable de esas estructuras se habilite y utilice adecuadamente. Señaló, además, que promoverá la aplicación de una acción preventiva para evitar que se repitan casos como esos.
La tarea que asume es de gran magnitud y muy difícil, porque en muchos de esos hechos están involucrados personajes de la politiquería, algunos de los cuales sobreviven en el Parlamento y en el escenario político y harán cuanto esté a su alcance para que continúe la impunidad.
Enfatizó también que es consciente del desprestigio que cubre a los órganos de control y sus reservas sobre el papel de las Contralorías Regionales porque sabe que en ellas es fuerte la influencia de politiqueros que presionan para que no observen más de la cuenta en los casos en que tienen intereses sórdidos. Insiste en que no actuará como su enemigo y perseguidor pero promoverá un trabajo técnico y oportuno que devuelva algo de la confianza perdida.
Ahora bien, en línea con nuestra arraigada tendencia a la desconfianza y el escepticismo, muchos dirán que son declaraciones típicas de funcionarios recién llegados, siempre colmados de buenas intenciones que se evaporan en el camino. Qué bueno fuera que en este caso se trate de alguien que sí cumple. Entonces, con la expectativa de que así sea, propongo ofrecerle “el beneficio de la duda” y apoyar su labor aportando toda la información disponible para facilitar su trabajo. Mucho hay por rescatar y también para evitar que se emprendan obras que no son prioritarias, no responden a una debida planificación, no cuentan con el presupuesto requerido, ni se contratan con la transparencia que reclama la ciudadanía.
Con la misma energía con que afirma esos compromisos, la ciudadanía espera que cumpla y, de paso, ayude a recuperar la confianza perdida en los órganos de control considerados grandes soportes de la impunidad que cubre la desbordada corrupción que padecemos, y muchos otros delitos. ¡Muchos éxitos Señor Contralor!
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