Descartado el Tolima como escenario para los Juegos Nacionales de 2027

Carmen Inés Cruz Betancourt

Con decepción recibimos la noticia de que el Tolima no había sido elegido como sede para los Juegos Nacionales de 2027, a pesar de la diligente gestión de la señora Gobernadora y de la Alcaldesa para avanzar en la habilitación de escenarios deportivos de la capital.
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Para explicar la negativa del Presidente y de Mindeportes, surgen razones -que pueden tener alguna validez- como que el Presidente prefirió que se hicieran en Córdoba y Sucre, no solo por tratarse de su tierra, sino para resarcir en algo la pérdida de los Juegos Panamericanos de Barranquilla. 

También pudo incidir la desconfianza generada por lo sucedido con los juegos de 2015 asignados a Ibagué, que no se realizaron porque a pesar de contar con los recursos, la corrupción orquestada desde la alcaldía de aquella época impidió que los escenarios estuvieran listos y solo quedaron escombros de los que demolieron, dizque para construir unos modernos y adecuados. Y cabe reconocer que sucedió por negligencia de los órganos de control, interventores y supervisores de obra que nada vieron ni controlaron; y tampoco la ciudadanía actuó para evitar tan vergonzoso hecho. Esa pesadilla se traduce en desconfianza y es un karma que perseguirá al Tolima por largo tiempo. 

Y, si bien, a la fecha hay algunos escenarios listos y han sido utilizados con éxito, hay otros que no lo están, y la propuesta de incluir otros municipios suena muy bien como posibilidad de descentralizar el evento, sabemos que si en Ibagué no tenemos los escenarios en condiciones óptimas, menos en otros municipios donde se invierte muy poco en el sector deporte. 

Queda entonces el desafío de asumir la realidad y trabajar arduamente en la puesta a punto de los escenarios y aplicar gran empeño en la formación de deportistas en la región, y qué bueno que se privilegien deportes que estimulen la actividad colectiva e incluyente, el desarrollo físico y mental antes que la confrontación a golpes. Es una tarea que debe hacerse desde escuelas, colegios, universidades y empresas, y para ello se requiere contar con una política pública estable que dé soporte y estímulos para fortalecer el compromiso de múltiples actores. 

Hacer del Tolima un importante centro de actividad deportiva y de Ibagué una ciudad fuerte en eventos de esa naturaleza, es una gran posibilidad por las múltiples razones que se reiteran con frecuencia, con la certeza de que ello puede generar empleo, riqueza y desarrollo; además de ocupar en forma sana y creativa el tiempo de niños, jóvenes y adultos. 

Es vital, así mismo, que se entienda que además de habilitar escenarios, se requiere asegurar un mantenimiento óptimo y fortalecer la amplia cadena de actividades vinculadas, como la seguridad, hotelería, señalización, transporte aéreo y urbano, escenarios culturales, servicios públicos y la misma ciudad, que en su conjunto deberá ser grata para los visitantes. 

La creación y consolidación de escuelas deportivas, la formación de dirigentes y árbitros es vital, y es muy afortunado que la Universidad del Tolima cuenta con un programa académico que puede ofrecer todas esas posibilidades. Por supuesto, también la ciudadanía deberá prepararse para actuar como excelente anfitriona, a fin de que los deportistas, sus acompañantes y aficionados se sientan seguros y bienvenidos; solo así podremos optimizar los grandes beneficios que se pueden derivar de convertir a Ibagué y la región en epicentro para la realización de eventos de singular importancia. Es un desafío que debe ser asumido con entusiasmo y persistencia por el sector público, el privado y a la sociedad civil, porque el beneficio es para toda la comunidad.

CarmenInés Cruz

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