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Para celebrarlo se preparan numerosos eventos culturales y deportivos, así que muchos tendrán la oportunidad de deleitarse con conciertos, festivales, exposiciones y otras actividades de diverso tipo. Excelente que así sea, que la ciudadanía lo disfrute y exprese afecto y gratitud a la ciudad que nos da albergue.
No obstante, es vital que esa expresión no se quede en un mensaje ritual de cuyo contenido no se tiene mayor conciencia. Mucho mejor sería si esa celebración se acompaña de un ejercicio de reflexión sobre cuánto más podría hacer cada persona para conseguir que ese deseo de “Feliz Cumpleaños Ibagué” se materialice de algún modo, y mucho podría lograrse si le ofrece un regalo que está al alcance de todas y todos y, finalmente, sería un obsequio que revierte en bienestar para la ciudadanía.
Me refiero al fortalecimiento del civismo, de la toma de conciencia de que además de reclamar nuestros derechos es imperativo cumplir con nuestros deberes, lo que significa reconocer nuestra responsabilidad ineludible de aportar a una grata convivencia del conjunto, y con ello al desarrollo de nuestro entorno. Es algo que podemos lograr si asumimos comportamientos sencillos, como: respetar y cuidar el espacio público y la normatividad que lo rige, el amoblamiento urbano, los bienes culturales, las señales de tránsito y, de modo especial, los derechos de los demás. También se requiere que aportemos comportamientos amigables con los otros y una permanente disposición a dar ayuda a quien lo requiera.
Lo planteado implica superar el desdén a la ley y las normas, la agresividad, la insolidaridad y el individualismo; actitudes que infortunadamente constituyen “virus esparcidos copiosamente en el entorno”. Obsequiar a Ibagué de aquel modo, no demanda costos monetarios, pero sí un acto firme de voluntad y persistencia, que ha de comenzar por un ejercicio de reflexión que nos lleve a reconocer que si logramos esos cambios de comportamiento podríamos aportar a una convivencia armónica, esa que tanto necesitan nuestras comunidades y que puede ser el mejor camino hacia la paz.
Podríamos a la vez, lograr que Ibagué además de ser reconocida como “Ciudad Musical” y Ciudad de los Ocobos -que tanto nos emocionan, también lo sea como una ciudad bella y caracterizada por el civismo de su gente, lo cual puede convertirse en atractivo especial para que lleguen más visitantes y haya más emprendimientos que se arraiguen en este entorno con las beneficiosas consecuencias de generar empleo y riqueza. El reto es para toda la ciudadanía y muy especialmente para aquellos actores con mayor capacidad de incidencia, como la familia, los docentes, la dirigencia cívica, gubernamental, empresarial y política.
Entonces, cuando digamos ¡¡Feliz Cumpleaños querida Ibagué!!, hagámoslo acompañados de la firme decisión de aportar a su desarrollo y de paso a nuestro bienestar.
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