¿Es Ibagué una ciudad amigable con las personas mayores?

Carmen Inés Cruz Betancourt

Estadísticas recientes dan cuenta de la creciente longevidad de las personas, así como de la decreciente natalidad, lo que significa que cada vez serán más los adultos mayores quienes habitan este entorno, y también a nivel mundial.
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Un hecho demográfico que exige que el Estado lo asuma y avance en la formulación de políticas públicas pertinentes y en su implementación. 

En esa línea, a diversos niveles se ha tratado de estimular una pronta respuesta, hasta el punto de crear programas como ese que convoca a que las ciudades trabajen para que califiquen como Ciudades amigables con los mayores, con lo cual se espera que expresen su sensibilidad social y postura incluyente. También, que resulten atractivas para que esas personas opten por preferirlas como lugar de residencia, con la expectativa de que dinamicen algunos sectores de la economía, porque muchos llegan retirados, pensionados y con capacidad económica para invertir y generar empleo. 

Por ello, es frecuente que se formulen políticas que buscan movilizar a los constructores para que ofrezcan vivienda con diseños adaptados para ese tipo de personas; para que se ofrezcan servicios de salud que respondan a sus necesidades, hogares geriátricos y calificación especial para personas que les den compañía y asistencia en diversos aspectos. Así mismo, espacios recreativos y actividades especialmente diseñadas para ellos. Igual le apuestan a formar en la ciudadanía, y especialmente en la juventud, una actitud respetuosa, incluyente y amigable con los mayores. También es imperativo preparar cierta infraestructura que les facilite el acceso, circulación y permanencia en ciertos lugares, así como calles, andenes, señalización, parques y otros escenarios.

Los asuntos anotados, sumados a las condiciones amables del clima y la proximidad a Bogotá, ciudad de donde los mayores prefieren salir por razones de su altura, clima y congestión, permiten afirmar que Ibagué es una buena opción. Son dos argumentos que se repiten con gran insistencia, y tienen razón. No obstante, a pesar de los múltiples anuncios de unos y otros funcionarios públicos, es poco lo que se avanza en el alistamiento de la ciudad para el citado propósito. Basta con mencionar el deplorable estado de los andenes en casi todos los entornos, que antes que amigables son una amenaza para quienes intentan circular, aún siendo jóvenes. Veamos por ejemplo el barrio Cádiz, que pasó de ser un sector  residencial a convertirse en una zona donde se concentran entidades que ofrecen diversos servicios de salud, clínicas, laboratorios, consultorios, etc; allí, los andenes y plazoletas permanecen atiborradas de autos y motos parqueados que impiden el paso. Y si, concluidas sus gestiones allí, usted pretende circular por la carrera 5ª entre las calles 32 y 42, para llegar a Colpensiones, droguerías y otros comercios y servicios relacionados, la situación se agrava porque también encuentra los andenes atiborrados de autos y motos parqueadas; se agrega  la deplorable calidad de los andenes, todos fracturados, con huecos, altibajos y gradas peligrosas que obligan a las personas a caminar por la calle compitiendo con los vehículos y, por supuesto imposibilitan la circulación de quienes utilicen sillas de rueda u otras ayudas para su movilidad. Tampoco los parques, ni en general los edificios tanto del sector público como privado, prevén rampas, zonas de parqueo y otras condiciones que faciliten su acceso.  En esas condiciones, ¿cómo podemos afirmar que Ibagué es amigable con las personas mayores? 

El potencial de Ibagué para atraer y servir bien a este tipo personas es cierto, pero lamentablemente, propuestas como esa de Convertir a Ibagué en la ciudad más social e incluyente de Colombia, y muchas otras que se han publicitado, se han quedado en el discurso y son muy pocas realizaciones se observan. Por supuesto, que atender a la población mayor de bajos recursos es tarea del Estado principalmente y allí debe concentrar grandes esfuerzos porque las carencias son muy grandes.

CarmenInés Cruz

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