Olla a presión

Columnista Invitado

Durante mi infancia, siempre vi con gran fascinación la forma en que funcionaban las ollas a presión.
PUBLICIDAD

Se trataba de un aparato de metal que en la tapa tenía una especie de campana que, cuando salía de forma intempestiva el vapor, generaba un sonido que indicaba que en poco tiempo sería hora de comer. Y me atraía el hecho de pensar que, fuera a través de la válvula de la tapa o explotando la olla, el vapor siempre lograba escapar. La situación política y jurídica del país hoy en día me hace evocar aquella situación.

Mientras escribo esta columna, los principales medios de comunicación del país informan acerca de: lo ocurrido en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo; el reciente pliego de cargos que el Consejo Nacional Electoral profirió en contra del presidente Petro y Ricardo Roa; el conflicto en la Universidad Nacional por la elección de su rector; y la ruptura de relaciones exteriores con Israel, entre otros tantos temas complejos.

Nada de lo que ocurre actualmente es de fácil manejo, especialmente porque las implicaciones jurídicas y sociales son de altísimo calibre. Por un lado, los eventuales responsables de los hechos de corrupción denunciados podrían llegar a ser condenados a penas de prisión que superan los 10 años. Y, por otro lado, las decisiones que se tomen con relación a la Universidad Nacional, al igual que las consecuencias de romper relaciones con un gobierno amigo, pueden traer consigo repercusiones que afectarán a todos los ciudadanos.

Y el principal problema de todo esto es que el manejo que desde el Gobierno Nacional se ha pretendido dar a la situación, seguramente va a generar una explosión de proporciones inimaginables.

El presidente de la República ha convocado a una “reunión de inmediato” y a las fuerzas sociales del país a “prepararse contra el intento de irrespetar el voto popular”. Al igual que cuando la oposición marchó en su contra, Gustavo Petro está alentando a las masas para que se movilicen y hacer creer que sólo unos pocos se oponen al “cambio” que tanto ha prometido.

Alebrestar a la multitud puede ser peligroso en un país que no ha podido superar décadas de conflicto armado, especialmente ahora que el Eln ha denunciado que los términos de la mesa de negociación se han incumplido. Esto, sin contar con el preocupante incremento de los índices de inseguridad, que cada día desborda la capacidad del Estado.

Lo cierto es que esta “olla a presión” está a punto de estallar y la válvula de escape está dañada. El panorama es desalentador.

RODRIGO J. PARADA

Comentarios