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El tradicional escenario de consulta, donde el médico se encuentra detrás de un computador escribiendo la historia clínica y tiene limitado el contacto visual con el paciente, es cosa del pasado.
Ahora veremos unos consultorios distintos, similares a una sala de estar, donde el médico y el paciente tendrán la oportunidad de conversar e intercambiar información en un espacio más cercano y acogedor, asistidos por la IA para transcribir de manera inmediata lo que sucede durante la consulta, con una perfección tan asombrosa que parece algo inverosímil.
Los avances son tan significativos que los algoritmos desarrollados permiten a la IA analizar miles de datos, ofreciendo al médico sugerencias de diagnóstico y manejo basadas en evidencia sólida. Además, facilitan tareas como la toma de signos vitales que ahora es posible gracias a la tecnología de pletismografía facial. En cuestión de segundos y a través de una tablet, se obtienen más de 16 parámetros hemodinámicos y bioquímicos claves para la evaluación integral del paciente como la frecuencia cardíaca, saturación de oxígeno en la sangre, temperatura corporal, entre otros.
Esto solo es el principio de cómo la inteligencia artificial está transformando la salud, abriendo nuevas posibilidades y retos para quienes trabajamos en el sector.
Incluso tiene aplicaciones en el ámbito de las imágenes diagnósticas como la radiografía de tórax, que revelará hallazgos inimaginables, como el diagnóstico de condiciones como la diabetes.
Sin duda alguna, son descubrimientos que parecen ciencia ficción o traídos de otra galaxia, pero que son el resultado de los avances revolucionarios de la IA en la medicina.
En este sentido, es una oportunidad valiosa para pensar y transformar la atención, brindando servicios cada vez más personalizados y accesibles para todos. Es hora de abrazar los cambios, sin temor alguno.
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