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En La Guajira, la corrupción es, en primer lugar, un fenómeno complejo de la vida social, económica y política, y que, por fuerza de la costumbre, convirtió los servicios esenciales y los derechos fundamentales en oportunidades de negocios para unos pocos.
Para combatir este flagelo se requiere de un esfuerzo conjunto de la sociedad. Es necesario un enfoque integral en dirección de fortalecer las instituciones para garantizar la independencia y capacidad para combatir la corrupción de manera efectiva, diseñando programas y actividades de educación y conciencia ciudadana para fomentar una cultura de transparencia, con el fin de que los ciudadanos sean conscientes de sus derechos y responsabilidades, dispuestos a denunciar la corrupción.
Hay que promover la participación activa de la comunidad en los procesos democráticos exigiendo rendición de cuentas, y que los órganos de control y judiciales aseguren la rápida y efectiva sanción de los actos de corrupción, eliminando la impunidad.
Es que la lucha contra la corrupción no solo es un asunto legal o político, sino también una cuestión moral que nos concierne a todos; y La Guajira es un ejemplo de cómo la corrupción puede dañar los fundamentos de la sociedad.
Por eso hago un llamado urgente a la reflexión y al cambio. No podemos seguir asumiendo la actitud del avestruz, ignorando la realidad que nos rodea.
Enseguida, relaciono una serie de actividades respecto de las cuales se queja la gente porque perdieron su naturaleza en el contexto de la función pública y se volvieron negocios:
- El estado de cosas inconstitucionales y el cumplimiento de la sentencia T302 se volvieron un negocio.
- La muerte de los niños por desnutrición se volvió un negocio que aprovechan algunos líderes.
- Las ollas comunitarias fueron convertidas en un negocio para algunos supuestos líderes en La Guajira. ¡Miserables!
- En La Guajira las IPS indígenas no fueron creadas para atender a la comunidad sino para que los administradores hagan negocios y los niños mueran desnutridos.
- El agua es un negocio de unos pocos insensatos.
- Algunas autoridades tradicionales de La Guajira son negociantes y viven como jeques árabes con los recursos de las comunidades indígenas, porque convirtieron a los resguardos indígenas en un negocio familiar.
- Desde hace varios años, el ICBF de La Guajira se volvió el negocio de una familia.
- La rehabilitación de la vía La Florida/Cuestecitas la convirtieron en un negocio para financiar la campaña política de octubre pasado.
- En La Guajira, gobernar es un negocio porque las elecciones son un negocio.
- Algunos líderes sociales son negociantes a través de fundaciones y asociaciones creadas para contratar con las alcaldías, gobernación, ICBF y UNGRD en La Guajira.
- Enfermarse y hacerse el enfermo es un negocio en La Guajira.
- Algunos congresistas de La Guajira son negociantes de las gestiones que llevan a cabo para aparentar que resuelven los problemas de la gente.
- Tramitar una cuenta de cobro en las entidades públicas de La Guajira es un negocio de peajes; Pero elegir personeros y al director del hospital también son un negocio.
- Los permisos, licencias o autorizaciones que se tramitan en oficinas de los gobiernos y corporaciones de La Guajira son un negocio.
- Dicen que en La Guajira las decisiones judiciales y de los órganos de control son un negocio.
- Los bloqueos en La Guajira son un negocio de algunos líderes sociales aparentando resolver los problemas de la gente.
- Los mismos periodistas de La Guajira dicen que algunos colegas negocian su labor con los gobiernos.
- Algunos diputados y concejales negocian en la curul extorsionando a las administraciones públicas en La Guajira.
- El desarrollo energético de Colombia lo están impidiendo algunos líderes de La Guajira porque convirtieron la licencia previa en una oportunidad de negocio.
- Definitivamente vivir y la vida tienen un precio en La Guajira, porque todo es un negocio en La Guajira.
Y como dijo el filósofo de La Junta: "Se las dejo ahí...”
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