El mundo al revés...

Columnista Invitado

La pasividad de los colombianos frente a las acciones de los gobiernos de izquierda radical a nivel nacional y municipal es alarmante. Mientras en Duitama se derribaba la estatua del gran César Rincón, el Comisionado de Paz pedía perdón por la muerte de unos guerrilleros en una acción legítima de la fuerza pública contra la Segunda Marquetalia. Estos criminales, cuya única salida debería ser el sometimiento a la justicia ordinaria, reciben ahora un perdón inmerecido, manchando la labor de las fuerzas armadas.
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Es extremadamente preocupante la confusión que este gobierno siembra en los niños y jóvenes respecto del bien y el mal. No puede ser que derriben estatuas de quienes han dado gloria a Colombia, mientras glorifican a guerrilleros que tanto daño le han hecho al país. Los héroes no son Carlos Pizarro, Camilo Torres, Jaime Bateman, etc., como pretende hacer ver este gobierno. Nuestros héroes son aquellos colombianos que con esfuerzo y determinación han hecho carreras honestas, que han ayudado al prójimo y han dejado el nombre del país en alto. Son esos ciudadanos que todos los días cumplen con la Constitución y contribuyen a hacer de Colombia un mejor país. No permitiremos que reescriban la historia, convenciendo a las nuevas generaciones de que el fin justifica los medios y que los guerrilleros merecen estatuas. No señor. Quien se alió con Pablo Escobar para algunos fines, como bien lo aseguró Otty Patiño en la Comisión de la Verdad, no será instaurado como un gran prócer por Petro.

Bienvenida la paz, pero eso no significa justificar las acciones terroristas del pasado. Debemos despertar, esto va más allá de simples símbolos. No más pasividad frente a un gobierno que ha demostrado ser cómplice de los grupos al margen de la ley. Las palabras de Otty Patiño, pidiendo perdón al narcoterrorista de Iván Márquez, no rechazadas por Petro, demuestran que esta afirmación es un hecho y no una opinión.

La semana pasada fue el sombrero de Carlos Pizarro, hoy la sotana del guerrillero Camilo Torres del ELN, grupo que toda la vida ha exigido la entrega de los restos del cura. Con este gesto simbólico, Petro demuestra su compromiso con la memoria de los subversivos y no con las verdaderas víctimas del conflicto armado.

Petro, siguiendo el pensamiento de Camilo Torres, y cuya estrategia ya ha quedado al descubierto, insiste que los cambios sociales solo se logran mediante la revolución. Sin embargo, desde que entró a participar en democracia, el país ha demostrado que los cambios sí son posibles dentro de ella. Aunque Petro quiera convencer de que en materia social no hemos avanzado en nada, las cifras evidencian lo contrario. Claro que hay que seguir luchando para cerrar las brechas de desigualdad que existen en el país. Pero claramente esto no se va a lograr destruyendo todo, como él lo quiere hacer. Colombia tiene un sistema presidencial fuerte y ha demostrado a lo largo de la historia que se han aprobado reformas fundamentales. Las reformas pueden lograrse a través de la institucionalidad democrática, aunque Petro la socave cada vez que el Congreso rechaza sus proyectos, amenazando con imponerlas por decreto.

Gustavo Petro es un subversivo que aprovechó la democracia para llegar al poder, pero que ahora la ve como un obstáculo a derribar.

Lo que está pasando no solo es con la instauración de símbolos. ¿Cómo es posible que, una vez rescatado el niño de 13 años reclutado por el ELN, el presidente haya guardado un silencio cómplice? ¿Qué opinará el Comisionado de Paz, quien en el pasado negó el reclutamiento forzado de menores por este grupo? ¿Seguirá diciendo que un niño de esa edad se unió por voluntad propia?

¿Cómo es que no se frenó el proceso de negociación con ese grupo terrorista? Ni siquiera llamaron a consulta a los negociadores. No creo que exista una crisis más grave para un proceso de paz que descubrir un niño de esa edad.

Es momento de defender la verdad y la justicia, por el bien de las futuras generaciones y de nuestro país.


 

Cristina Plazas Michelsen

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