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A todos los trata por igual, o sea, como le viene en gana y de acuerdo como se sienta ese día. Sale como quiere y con quien quiere. Recientemente, por ejemplo, mientras estaba de visita oficial en Panamá, decidió no asistir a la cena de despedida del presidente saliente y prefirió pasear tomado de la mano de la bellísima influencer Linda Yepes.
Por otro lado, y más allá de lo que haga con su vida privada, los recientes nombramientos sorprenden por sus aciertos y desaciertos. Con la salida de Néstor Osuna del Ministerio de Justicia, se dio la llegada de Ángela María Buitrago, una de las penalistas más preparadas que tiene el país. Nadie mejor que ella para afrontar la crisis penitenciaria y de seguridad que vivimos hoy día. Personalmente considero que esa cartera ministerial queda en buenas manos. Sin embargo, lo mismo no sucede en el Ministerio de Educación, a donde llega un activista que ningún conocimiento tiene sobre la temática. Daniel Rojas llega como ministro luego de haber estado encargado de la SAE, donde fue objeto de múltiples cuestionamientos, ninguno de ellos probado hasta ahora, en honor a la verdad.
El presidente es indescifrable y eso genera angustia en la ciudadanía, que no sabe cómo leer sus actuaciones diarias. La economía reacciona con brusquedad cada que hace manifestaciones públicas, porque no es fácil prever lo que sucederá. Para la muestra está el tema de la Constituyente (que no se sabe de qué se trata) a la que ahora se subió el nuevo ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que hasta hace un par de semanas era un crítico más de la propuesta. Hoy, con absoluto descaro considera lo contrario; es un mercenario de la política, francamente.
Hasta ahora las instituciones han reaccionado impidiendo que el presidente concrete muchas de sus propuestas, precisamente por lo descabelladas que pueden ser, pero ello no es garantía de nada. Próximamente viene la elección de Procurador, Defensor del Pueblo y magistrado de la Corte Constitucional. Si lograra ganar aliados en esas entidades, el panorama cambiará seguramente, y eso sí que preocupa. Un mandatario sin rumbo fijo y con ideas disruptivas fácilmente nos puede llevar al abismo y aislarnos de los países aliados. Habrá que esperar.
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