La economía del hidrógeno

Columnista Invitado


Colombia tiene una agenda de hidrógeno definida que se enmarca en la Ley de Transición Energética en 2021 y el Plan Energético Nacional 2022-2052, entre otros.
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Ya existen proyectos demostrativos de hidrógeno en Medellín, Cartagena, Bogotá y especialmente en Bucaramanga, donde se cuenta con centros demostrativos y de innovación trabajando con hidrógeno verde.

El hidrógeno no es una fuente de energía directa, es un vector energético, ya que es un portador que almacena energía y permite el transporte, la distribución y su uso. Por tanto, es una forma de energía secundaria, ya que sus métodos de producción requieren de energía primaria.

Ahí es donde nos nace la pregunta sobre el color del hidrógeno que, en su estado elemental, no tiene un color específico. Sin embargo, cuando se encuentra en forma de compuestos o reacciones químicas, puede presentar diferentes colores.

Uno de los ejemplos más conocidos es el hidrógeno en llamas, que produce un color azul pálido por la emisión de fotones en el rango visible cuando el hidrógeno se quema en presencia de oxígeno. Si se combina con otros elementos, puede formar compuestos que tienen colores característicos. Así podemos decir que el color de los compuestos de hidrógeno puede variar dependiendo de la estructura molecular y otros factores.

Colombia es líder después de Chile a nivel regional en el desarrollo de hidrógeno. Se destacan varios retos de los futuros proyectos, tales como las licencias ambientales y habilitadores sociales en regiones de alto potencial, el despliegue de energías renovables para proyectos de hidrógeno, a precios competitivos, la incertidumbre sobre las condiciones de compra de hidrógeno y derivados y el acceso a financiación y apoyo a proyectos.

El camino son las acciones y propuestas para consolidar el ecosistema del hidrógeno en Colombia, generando las condiciones favorables para impulsar la inversión. También promover la demanda en sectores clave como el transporte de carga, el transporte aéreo, la producción de acero y cemento, y la coordinación interinstitucional para fortalecer las capacidades locales en la cadena y la innovación.

Bajo las circunstancias actuales de daños ambientales, los países tienen en la economía del hidrógeno una alternativa válida hacia la descarbonización, pues es un sistema basado en energía limpia, con un medio de almacenamiento y transporte cuya combustión no produce emisiones de dióxido de carbono, y que se produciría partir de fuentes renovables como la energía solar o eólica, a través de procesos de electrólisis del agua.

A pesar de que económicamente el hidrógeno todavía enfrenta desafíos, como la producción a gran escala, el desarrollo de tecnologías de almacenamiento y transporte eficientes y seguras, y la creación de una infraestructura adecuada, se espera que desempeñe en el corto plazo un papel importante en la transición hacia un sistema energético más sostenible y libre de emisiones de carbono.

 

Isabel Cristina Rincón

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