La fragilidad de la vida

Columnista Invitado

Cada año, entre cuatro y cinco millones de personas en el mundo mueren súbitamente, muchas por problemas cardíacos.
PUBLICIDAD

Por tal razón, es fundamental promover un estilo de vida saludable con buena alimentación, ejercicio y controles médicos.

Esta semana, dos noticias han conmovido a millones de personas en Colombia y en el mundo. Por un lado, el fallecimiento del futbolista uruguayo Juan Izquierdo, de 27 años, quien se desplomó en los últimos minutos del partido de octavos de final de la Copa Libertadores. Por otro lado, el caso de Javier Acosta, de 36 años, un hincha del equipo Millonarios que optó por la eutanasia para acabar con el dolor que le causaba su enfermedad.

Ambas situaciones, aunque distintas, nos invitan a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, la forma en que vivimos y cómo nos vamos de este mundo en un abrir y cerrar de ojos. Además, nos plantean las medidas que, como sociedad, debemos considerar para afrontar estos temas.

El caso de Javier nos pone frente a uno de los temas más controvertidos y delicados de la ética moderna: la eutanasia. A pesar de los avances legislativos en Colombia, bajo la Ley 733 de 2014 y las directrices de la Corte Constitucional, este tema sigue siendo fuente de intensos debates y sentimientos encontrados. Mientras para algunos representa un acto de compasión, el derecho a una muerte digna y la autonomía de elegir sobre su cuerpo y su destino en medio de un sufrimiento insoportable, para otros es una cuestión compleja que está rodeada de múltiples creencias y valores.

Sin embargo, es importante recordar que no es una decisión fácil y que requiere de un marco ético y médico sólido. Por ello, es fundamental seguir abriendo espacios de diálogo sobre este tema, fomentando el respeto y la comprensión, en busca de garantizar que quienes enfrentan esta situación reciban el apoyo necesario para elegir lo que consideren mejor para su dignidad y bienestar.

En contraste con este caso, la muerte inesperada del jugador nos ofrece una perspectiva completamente diferente. Es un recordatorio de que la vida puede cambiar en un instante, y que, aunque no siempre podemos controlar las cosas, sí podemos elegir cómo vivimos. Este hecho pone de relieve la importancia de la prevención para reducir la incidencia de muertes súbitas y la necesidad de estar preparados para actuar frente a situaciones similares, que desafortunadamente se han vuelto más comunes de lo que podríamos imaginar.

Cada año, entre cuatro y cinco millones de personas en el mundo mueren súbitamente, muchas por problemas cardíacos. Por tal razón, es fundamental promover un estilo de vida saludable con buena alimentación, ejercicio y controles médicos regulares, además de aprender técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) que pueden salvar vidas en situaciones críticas.

En el fondo, estos dos acontecimientos nos recuerdan que es necesario aprender a hablar sobre la muerte con la misma naturalidad con la que conversamos sobre la vida. Honrar a quienes han decidido irse y a quienes no pudieron despedirse, y al mismo tiempo aprovechar cada día que tenemos. Valorar la salud, enfrentar el dolor y abrazar nuestra realidad para hacerla más significativa y plena.

 

Victor Castillo

Comentarios