Cuando el Dane publica cifras de población, desempleo, calidad de vida y las mismas se contrastan con lo que a día de hoy deberíamos ser, se genera una gran preocupación entre los padres de familia por lo que puede terminar siendo el futuro de sus hijos si se quedan a vivir en el Departamento.
Por lo mismo no es extraño que en las mismas publicaciones del Dane encontremos alertas como por ejemplo que estamos muy por encima de la media nacional en la proporción de población en edad no productiva, es decir, las personas pensionadas sumadas a los menores de edad, mientras el segmento entre dieciocho y sesenta y cinco años se encuentra diezmado.
¿Donde están viviendo los tolimenses en etapa productiva? Y, ¿por qué se fueron? Estas preguntas son fáciles de contestar, sobretodo la segunda. Y es que nos convertimos en un departamento agrícola, con los campesinos quebrados, textil, con el sector quebrado, y como si fuera poco, con unos gobernantes que persiguen a los pocos empresarios que continúan apostándole al Tolima.
Surge entonces un tercer interrogante: ¿Qué se está haciendo para cambiar esta realidad?
Porque ya pensar en el regreso de los que se fueron es prácticamente imposible. Algunos ya en la cúspide y otros en camino, pero en todos los casos con un horizonte claro de no retorno, por lo menos en el corto plazo.
Así las cosas nos queda pensar en los que vienen, para que no les toque irse, pero también toca pensar en los que se fueron, para que sus capitales le aporten al desarrollo del Tolima. Que aprovechemos esa ventaja de ser la tierra donde nacieron, de manera que a la hora de invertir sus ahorros lo hagan acá. Que si están pensando en hacer empresa, de ese empleo se puedan beneficiar nuestros paisanos, y por supuesto que a la hora de buscar los cuarteles de invierno en el ocaso de la vida, tengamos la posibilidad de ser el destino para los tolimenses que injustamente fueron expulsados de su terruño por la falta de oportunidades.
Fácil es, ser un gobernante que tiene a sus descendientes y familiares cercanos en otras latitudes viviendo como reyes, pero hay que pensar en quienes confían con su voto en que esa persona que administrará el municipio o el departamento, cambiará para bien la dura realidad que les ha tocado vivir a muchos. Que no siga siendo esta la tierra del rebusque, sino que se pueda tener una calidad de vida acorde con esa frase que a estas alturas se ha convertido en una muletilla, porque la verdad, cada vez se aleja mas de la realidad: ‘Ibagué es un buen vividero’.
Que no se siga pensando que todo está perdido, que realmente se aproveche el tiempo por los gobernantes del municipio y el departamento para hacer algo por los demás.
¡Qué vergüenza ver esas cifras que demuestran, una vez más, que nuestros jóvenes se están yendo por falta de oportunidades!
Representante a la Cámara
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