Sin pase de conducción

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

A quienes manejan el país no se les exige pase, algo así como honestidad, capacidad intelectual, experiencia administrativa y autoridad moral, Solo necesitan apellido, plata, promesas y votos, así estos estén untados de sangre, odio, resentimientos, mentiras y desprecio por las víctimas de la injusticia social.

Aquí es normal que, por falta de pase, estos conductores pongan en riesgo la integridad de quienes están en la vía, que en este caso son los colombianos, especialmente campesinos, las principales víctimas de la injusticia social. Por lo menos sabemos quién gobierna el país.

Mientras el mundo fue gobernado, en tiempos de Adam Smith, “por comerciantes y los dueños de la industria de Inglaterra” y ahora es manejado, según Noam Chomsky, por “¡conglomerados multinacionales, enormes instituciones financieras, emporios comerciales y similares!”, nunca se hizo ni se hace mención a la educación como atributo que deben tener quienes conducen los destinos de los pueblos. Y vaya sorpresas que está dando Mr. Trump.

Este es un tema que merece especial atención en Colombia, ahora que se empieza a reconocer su importancia, con la cultura, para el proceso de paz y reconciliación. Afortunadamente hay voces autorizadas que toman el toro por los cachos y plantean la necesidad de que exista en las universidades colombianas integridad académica y cultura ciudadana.

Normas claras, de obligatorio cumplimiento, con controles por los organismos del Estado. Temas medio tocados por unas instituciones, pero ignorados por muchas, especialmente privadas. Es bueno recordar que “En la universidad los estudiantes se forman no solo para ser buenos profesionales sino también buenos ciudadanos” (Dejusticia), objetivos que hacen necesaria la integridad académica y la cultura ciudadana.

La rayuela en el Ducuara y el trompo en la uña, sin tamal de arroz con mariachis, nos ubican en tierra propia en la UT, con dolientes que reconocen la ausencia de normas para evitar la investigación de malas conductas, manipulación de datos y calificaciones, malas prácticas administrativas, falta de ética profesional, carrusel de publicaciones, plagios, falsificaciones, desvío de recursos para pagar favores o entretener charlatanes, triquiñuelas con horarios para incrementarse los salarios sin justificación, y demostración de resultados, títulos a lo Peñalosa, corruptos en el paseo y falta de sentido de pertenencia, entre otros.

Las normas deberían incluir sanciones, por lo menos morales, a los evasores de impuestos a los infractores de leyes sobre protección del medio ambiente, la infancia, la mujer y la convivencia. Se educa con el ejemplo, decía mi bisabuela. Y sin pensarlo, después de pensarlo mucho, uno se topa con una UT cargada de politiquería, falta de ética, donde los méritos se mandan al carajo, profesores ganando puntos con trabajos de los alumnos, un museo varios años cerrados pero lleno de charlatanería y tamales. Para hacer más típico el cuento dizque allí piensan vender viudo de nicuro con tinto cerrero.

Para los que gozamos armando paseo para embarcarnos en canoas en Hilarco, bajar por el Magdalena para ir en busca del Mohán tocando su quena, sabemos que la mejor comida de río es el viudo de nicuro adobado con cariño. Esto lo asocio a “El Nicuro” que en buena hora circula por los lados de una ciudadanía a la cual la suerte de la UT les importa un carajo. Claro que El Nicuro”, quedaría mejor adobado con denuncias que lleven nombres propios, que con alias poco conocidos de unos reconocidos.

Y que ni por el que se llevó al que sabemos, se les vaya a dar por declararse perseguidos políticos para tumbar la Universidad, como le paso a otro pescado.

Ñapa. -Los enemigos de la paz se quedan sin argumentos, lo que significa un peligro para muchos colombianos. Toca trabajar duro por la paz y la reconciliación sin ofender al contradictor.

Comentarios