Claro que hay más candidatos para la condecoración que los hermanos Martínez de El Espinal, volvieron vísperas de jueves a su paso por el Congreso.
Ni más faltaba. Imposible dejar sin medallita a quienes, a pesar de estar untados de Odebrecht, se volvieron invisibles a los ojos del fiscal y a los que prometieron volver trizas el maldito acuerdo de paz, si llega al poder el centro democrático, que ni es centro y menos democrático.
Medalla especial se tiene para José Galat, que logró lo que ninguno había podido hacer: excomulgar un papa -Papacho-. Presea para los predicadores que contraviniendo lo que dice la Biblia y las normas de la iglesia Católica continúan practicando la simonía, negociando con los sacramentos o los símbolos sagrados y vendiendo indulgencias y ceremonias comerciales de sanación.
Ni por el carajo se quedarán sin su medalla, los xenófobos que niegan la solidaridad a quienes huyen de Venezuela y olvidan que ese pueblo siempre le brindó cariño y hospitalidad a los colombianos que huyeron de la violencia desde mediados del siglo pasado hasta hace pocos días.
Para esta legislatura ya está aprobada la condecoración del alcalde de Cajamarca por la hazaña de jugarle a varias bandas a sus paisanos: llorar a moco tendido la ausencia de Anglogold y chorrear babas en vez de trabajar por su pueblo.
Esta otra, adornada con un ramo de flores de borrachero, es para el recordado Emilio Martínez, inhabilitado de por vida, por haber prostituido la condecoración del Congreso y hacer lo mismo con la política de El Espinal.
Pero no crean que se acabaron las condecoraciones. Hay otras en la caja de cartón, amarrada con cabuya, con el letrero “Arriba Colombia”, que no trae a “Capulina”, sino las que faltaban para el Alma Máter de nuestro departamento.
La primera es para el profesor Ómar Mejía y su compañera por los servicios prestados a las administraciones Villarraga y Muñoz, otra para los directivos y profesores enviados a hacer posgrados en el exterior, que a la fecha tienen una deuda millonaria con el Estado y que espera les sea condonada, extendiendo el beneficio para los que no se graduaron y/o presentaron títulos chimbos.
En esta categoría tienen un puesto destacado, el representante de los profesores en el consejo superior Jorge Gantiva y los profesores Alberto Jaramillo, Miguel Espinosa, Jairo Tijuano, María Ramírez, Héctor González, Leonardo Uribe, Ómar Rosero, Julián Rangel y Carlos Montealegre.
Tampoco se les puede cortar la cara a los que ganaron puntos con trabajos de estudiantes, hicieron publicaciones con datos falsos, tienen en su poder piezas del Museo de la UT y/o lo utilizaron como refugio de inutilidad.
Tienen méritos sobrados los de las sobrecargas académicas y los sobresueldos, los que hacen colectas para construir en el Ducuara un monumento a la corrupción.
Las hay para los sindicalistas con tápele y para los que tienen que ver con los millones perdidos en libros y estampillas.
Quedan faltando las condecoraciones póstumas para el “Bobo del Tranvía”, “La Loca Margarita”, “Cholagogue”, “La Guacharaca” y “Vitelio” el ideólogo liberal, ahora sustituido por la Gata de Ibagué.
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