La revolución cantada

Guillermo Pérez Flórez

Hay un sector social y económico al que en esta debacle el Gobierno no le ha prestado mayor atención, pese a ser el núcleo duro de su principal estrategia, el de la Economía naranja. Me refiero a los artistas, que en total son más de medio millón de personas.
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Para conversar sobre su realidad, con al apoyo de El Nuevo Día, realicé un conversatorio con dos grandes artistas, Darío Ortiz y Andrea Viña, quienes con absoluta sinceridad y realismo desnudaron la situación que atraviesa el arte. Ellos dijeron lo que sienten, piensan y creen. Sus planteamientos merecen ser escuchados por el Gobierno nacional y por los gobiernos regionales y locales. En el perfil del periódico en FB se puede ver toda la entrevista.

En Colombia no hemos tomado en serio la importancia del arte, en sus diferentes manifestaciones. Y es esto absolutamente injusto y absurdo. Si algo abunda en nuestras regiones es talento artístico, músicos, actores, escultores, pintores, dramaturgos, poetas, mimos, compositores, cineastas y un largo etcétera pueblan nuestra geografía. Hay para dar y convidar. Lo hemos podido comprobar a través de los programas de televisión, lo podemos ver en las calles de las grandes ciudades, en los semáforos, en donde surge de manera casi vegetativa para mendigar alguna moneda el más variopinto grupo de artistas. Muchas de esas expresiones sólo necesitarían apoyo institucional para proyectarse nacional e internacionalmente, y seguro que tendrían éxito. Aquí nos derretimos de emoción con los triunfos internacionales de Shakira, Vives, Juanes, Fonseca, Cruz y Maluma, pero se nos olvida la cantidad de artistas casi anónimos, a quienes se les va la vida esperando la oportunidad soñada.

Darío Ortiz y Andrea Viña muestran con crudeza la cara oculta del mundo artístico, miles de personas lo están pasando muy mal. Y entonces, uno se pregunta: ¿En dónde quedó el discurso de la Economía naranja? ¿Qué va a pasar con el centenar de festivales que existen en Colombia? ¿Qué va a pasar con las fundaciones y corporaciones que se dedican a promocionar la cultura popular y ancestral, que expresan la diversidad cultural del país? El silencio del Ministerio de Cultura es atronador. Sería de esperar que en la emergencia económica 2.0 se formulara una política de ayuda y promoción a este sector, cuya mayoría se mueve en la informalidad económica, razón por la cual no cabe en la institucionalidad formal, ni le merece atención a las entidades financieras, que siguen con saldo en rojo en esta crisis.

Entre 1987 y 1991 los tres estados bálticos: Estonia, Letonia y Lituania, que fueron anexados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, recuperaron la independencia a través de un proceso sui-géneris: a punta de canciones. El 23 de agosto de 1989, más de millón y medio de personas hicieron una cadena humana y cantando declararon la independencia de los tres países. Ello se conoce como la revolución cantada. Los artistas colombianos deberían darle al presidente Duque una sonora serenata, a ver si se le vuelve a despertar algún interés por la Economía naranja, y hace de ella una verdadera política pública. No estaría mal.

GUILLERMO PEREZ FLÓREZ

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