Una carta para Daniela Castillo

Guillermo Pérez Flórez

No tengo el placer de conocerte personalmente, pero quiero contarte que cuando te vi y escuché tu historia en televisión me conmoviste. Verte en la copa de ese árbol haciendo malabares para que entrara la señal del celular y así poder estudiar me pareció heroico y un ejemplo de ganas de superación hermoso e inimitable.
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Te escribo para solidarizarme con tu situación, creo que tu historia debería ser ampliamente conocida y servir para generar un cambio en la conciencia ciudadana y por ahí mismo en los gobiernos de nuestro país.
Si de algo te sirve, quiero que sepas que el caso tuyo y de los otros niños que viven en la vereda San Cayetano de Ibagué no es el único. Es la cruda realidad que padecen cientos de miles de personas en Colombia, que pagan un elevado costo por nacer en la Colombia rural, en donde sólo el 9,6% de los jóvenes como tú tiene acceso a computadores y banda ancha, que es indispensable para acceder a contenidos educativos, como videos, animaciones y demás. También quisiera explicarte más cosas, por ejemplo que sólo el 50,8% de los hogares en las cabeceras municipales tiene un computador. Y hay más. El 78,1% de los colombianos tienen lo que llaman móviles inteligentes, pero únicamente el 29,2% utiliza internet. No quiero agobiarte con estos porcentajes y cifras, pues más que datos estadísticos hablamos de personas de carne y hueso.
La brecha entre la Colombia urbana y la rural es muy grande. En parte, explica por qué el campo ha venido vaciándose. Muchas personas emigran a la ciudad en busca de oportunidades de estudio, trabajo, salud, recreación y seguridad, pues como bien sabes a pesar de tu corta edad, en muchas partes de la Colombia rural se padece violencia y atraso. Sin embargo, en el campo está el futuro del país. Necesitamos volver a producir comida, sobre todo ahora que comenzamos a vivir una dura crisis económica y social. Supongo que tú quisieras vivir siempre en tu vereda, al lado de tu familia, pero de seguir las cosas como van quizás te veas obligada a emigrar a un centro urbano, y quién sabe si también a otro país, como han tenido que hacerlo más de cinco millones de colombianos. Es la dura realidad.
De momento, solo puedo decirte que sigas estudiando, no importa si llueve o hace sol y debas bajar de la copa del árbol para resguardarte. Tu avidez de conocimiento te llevará muy lejos, te permitirá formarte para beneficio tuyo, de tu familia y de tu país. Sin educación no hay futuro. Y cuando crezcas un poco, tendrás el compromiso de ayudar a muchos otros, que hoy viven excluidos o en riesgo de exclusión debido a que desde hace varias décadas el campo se abandonó casi totalmente. Algunos genios de la economía decían que era mejor importar la comida que producirla porque nos salía más barato. Y ahora, que el país no va a tener dólares para pagar las importaciones vamos a ver cuán grave fue esa política.
Ojalá algún día pueda conocerte, sigue adelante. 

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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