Una ilusión que se apaga

Guillermo Pérez Flórez

Es 23 de junio de 2016. El presidente Juan Manuel Santos y las Farc-Ep han pactado un cese al fuego bilateral y definitivo. La posibilidad de que medio siglo de conflicto armado quede en el pasado es una realidad. Desde hace un año, el 20 de julio de 2015 más exactamente, las huestes de Marulanda decretaron un cese al fuego unilateral, que ha sido verificado por observadores internacionales.
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El conflicto está en los niveles más bajos de cincuenta y dos años. Buena parte de los ojos del mundo se posan sobre Colombia. Está a punto de terminar uno de los conflictos más antiguos. Humberto de la Calle e Iván Márquez sellan el acuerdo con un apretón de manos. El país ha seguido por televisión la firma del acuerdo y una alocución del Presidente. Finalmente, después de varios intentos, parece haber llegado la hora de la paz.  

Ese día perdura en mi memoria por dos razones. La primera, es demasiado personal para contarla. La segunda, es pública e internacional. Ese día se votó el Brexit en el Reino Unido, y se abrió la posibilidad de que este país saliera de la Unión Europea. Había, en consecuencia, dos hechos que concitaban mi atención, de manera que senté cómodamente en un sillón, me obsequié un trago y me dediqué a seguir las noticias. No había concluido la alegría del cese al fuego bilateral en Colombia cuando trascendió que los partidarios de que el Reino Unido se retirara de la UE habían triunfado. Estupor mundial. Al día siguiente, la prensa se ocuparía de analizar las dos noticias.

Ese 23 de junio se estaba inaugurando una era. Tardaríamos meses en saberlo. Los detalles de cómo lograron los partidarios del Brexit la victoria, vinieron a conocerse tras una investigación que permitió comprobar que Cambridge Analytica utilizó datos privados para manipular a los votantes utilizando información extraída de las cuentas de Facebook, algo que se repetiría en las elecciones de EE.UU. de 2016, en las cuales Donald Trump resultó electo presidente. Este mismo modelo fue el utilizado por los partidarios del No en el referendo por la paz del 2 de octubre de ese año en Colombia, en el cual deberían validarse los acuerdos de paz. La manipulación psicológica, la exacerbación del odio a través de la reproducción sistemática de noticias falsas (Fake News), como que Santos le estaba entregando el país al comunismo, hicieron efecto. Ganaron. Por una mínima diferencia, pero ganaron, tras conseguir que “La gente saliera a votar berraca”, y la paz nunca se pudo recuperar.

Han pasado cuatro años. Las relaciones con Venezuela y Cuba, países clave para el proceso de paz, atraviesan su peor momento. Las Farc están atomizadas y creciendo, quienes cumplieron con dejar las armas vienen siendo asesinados (ya van 200), han vuelto a morir soldados y policías en emboscadas, y al presidente Duque le recomiendan “volver a los bombardeos de día y noche”. Washington ofrece jugosas recompensas por los disidentes y nos envía soldados. Solo hicieron falta cuatro años para que Colombia siguiera siendo Colombia. Ya casi la paz está hecha trizas. Duele pensar cuán cerca la tuvimos. La ilusión se apaga.
 

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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