¿Qué hacer para combatir el desempleo?

Guillermo Pérez Flórez

El desempleo juvenil en Ibagué llegó al 44,2%. Humanamente dramático y socialmente explosivo. En términos absolutos esto significa más o menos ¡60 mil jóvenes desempleados! Y sin tener en cuenta el desempleo oculto.
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Algunas voces afirman que no quieren más diagnósticos, sino propuestas concretas. Y las entiendo. Pues hay que actuar con sentido de urgencia. Sin embargo, el asunto es complejo, pues no es un problema coyuntural sino estructural, que la depresión económica generada por el confinamiento no ha hecho más que agudizar y acelerar.

Veamos. El crecimiento demográfico de Ibagué es consecuencia, en buena parte, del éxodo del campo generado por la crisis agropecuaria, la violencia y el abandono de la provincia. Quedarse en una vereda o en el pueblo es renunciar a las oportunidades. Y si bien, la tasa de desempleo rural es menor que la urbana (excepto en desempleo femenino), la informalidad rural es mayor y la cobertura pensional es inferior. Son parte de las brechas entre la Colombia urbana y la rural.

Estos factores han estimulado la migración y la deserción escolar. El punto, es muchas de estas personas son mano de obra no calificada, y su única opción es la informalidad, entrar a la venta ambulante, el servicio doméstico y a los oficios no cualificados. Ello explica, en parte, porqué Ibagué tiene una tasa de informalidad del 54,2%. Este prólogo, es para decir que si queremos combatir el desempleo en Ibagué tenemos que ampliar el foco, como mínimo, al resto del departamento.

No hay fórmulas mágicas para resolver un asunto complejo como éste, no nos hagamos ilusiones. La solución pasa por estimular el retorno a la provincia y reactivar la agricultura. La producción de alimentos es una necesidad y debe convertirse en una prioridad estratégica. Por supuesto, para ello se requiere crear condiciones que faciliten este proceso.

 En el recetario de soluciones, hay que diferenciar las que son medidas de emergencia y medidas estructurales, de medio y largo plazo, como la educación, la conectividad, la competitividad y el bilingüismo, entre otras más.  Hace algunos días, Carlos Gustavo Cano recomendaba tres cosas para reactivar el aparato productivo. La primera, gastar; la segunda, volver a gastar, y la tercera gastar más.

¿Gastar en qué? “En infraestructura de vías terciarias y en la protección de las fuentes hídricas, desde los páramos, nuestras fábricas de agua, hasta su principal destino, que es la agricultura, la alacena de nuestra comida”. Sobre las vías terciarias, se debe recordar que en el Tolima existen más 2.000 kilómetros en estado crítico.

Ahora bien, dentro de las medidas de emergencia, lo mejor que podemos hacer para combatir el desempleo es pagarle a la gente para que estudie, para que emprenda, para que trabaje y adquiera experiencia, para que ayude en obras sociales, etc. Esto puede crear el círculo virtuoso del que habla Juan Carlos Echeverry.

Si la gente tiene capacidad de compra, demandará bienes y servicios, y las empresas tendrán que contratar trabajadores y el consumo generará tributos. Ibagué está ad portas de una hecatombe social. A los jóvenes solo les estamos dejando tres ventanas de escape: migrar, la informalidad y la delincuencia. Mal asunto.

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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