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En el último período inter-censal (2005-2018), la población colombiana creció 12,5%. Un porcentaje importante. En ese mismo período, el Tolima decreció 2,6%. Perdimos población. Un fenómeno que debería analizarse y debatirse, pues no es normal un diferencial de más de 15 puntos. ¿Cuáles son las causas? ¿Pérdida de la capacidad reproductiva? ¿Un asunto de salud pública o una situación atribuible a factores económicos y políticos? Desde hace años algunos municipios vienen registrando disminución poblacional, pero en el saldo neto departamental las cifras se mantenían en positivo. Hoy la situación es diferente, y 36 de los 47 municipios están perdiendo población. Sólo crecen Piedras, Carmen de Apicalá, Mariquita, Melgar, Chaparral, Ibagué, Ortega, Icononzo, Flandes, Palocabildo y Rovira.
Cambiemos de frente. Durante los últimos 15 años (2005-2020) el crecimiento económico per cápita del Tolima ha sido inferior al promedio nacional. ¿Qué significa esto? Varias cosas. Una de ellas es que nuestra región no suma sino que resta. Doloroso. Entre los argumentos para que en el siglo XIX las provincias de Mariquita y Neiva exigieran la creación del Estado del Tolima era que producían más que Bogotá, y por ello se negaban a estar anexadas a Cundinamarca. Parte del alegato de Murillo Toro y Rojas Garrido, y que sirvió al general Tomás Cipriano de Mosquera para crear, de un plumazo y en medio de la guerra, al Tolima en 1861 fue ese. Actualmente, el PIB tolimense es sólo el 2,1% del PIB nacional, mientras que el de Bogotá es el 26%. Para igualarnos con la capital tendríamos que multiplicarnos por 13.
Hay más cosas que estremecen: el promedio de educación de los tolimenses es superior al nacional - ¡buena noticia! – hemos mejorado la calidad, pero el desempleo juvenil es de los más altos del país, hace unos meses teníamos ‘medalla de oro’ en ese campo. No hay oportunidades laborales y estamos educando para el desempleo, acumulando frustración y desesperanza. Quizás esto explique por qué la población mayor de sesenta años en el Tolima es cuatro puntos superior a la del país (17% - 13%). Los jóvenes se marchan, entienden que quedarse es renunciar al futuro. Emigrar es una de las ventanas que tiene nuestra juventud, las otras son la informalidad y la delincuencia. ¿Es posible seguir así? Estamos viviendo un período de decadencia que exige una reacción contundente de la ciudadanía. Hay que tomar el toro por los cachos. Sin timideces, ni complejos, ni paños de agua tibia.
Aquí todos somos responsables, por acción o por omisión, pero hay quienes son culpables pues han estado al frente de los destinos regionales, han tenido el manejo de la burocracia y del presupuesto, y la representación del departamento ante el gobierno nacional. La pregunta lógica es: ¿vamos a seguir igual? Digámoslo con claridad, ¡no vamos bien! ¡No vamos bien! ¡No vamos bien! Y hay que reiterarlo, por incómodo que sea, puesto que es la verdad.
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