PUBLICIDAD
Esta es la conclusión de la mayoría de los analistas, tras el debate del pasado jueves. Con razón, los demócratas están en modo pánico. Es pelea de toche con guayaba madura. El dilema de Biden hoy es qué resulta menos amargo, si un retiro honroso ahora o una derrota humillante en noviembre. Sus posibilidades de ganar son muy bajas.
Los demócratas aún pueden cambiar de jinete. El problema que tienen no es solo perder la presidencia, sino el control de ambas cámaras legislativas, lo cual daría a Trump un poder avasallante con capacidad para desmontar el legado de Obama y del propio Biden. El retroceso social sería muy grande. Es mucho el daño y el dolor que puede infligir en cuatro años. Trump volvería a la Casa Blanca con resentimiento y sentando un precedente inédito e insólito: elegir a un delincuente presidente de la República. Nada edificante para la democracia de la primera potencia del mundo, un síntoma inequívoco de que algo marcha mal. Y ese algo no se arregla eligiendo a un tipo como Trump. Es la confirmación del fin del ‘sueño americano’, pese a que millones de personas en el mundo aún crean en su existencia, entre ellos miles de colombianos que quieren radicarse allá.
Trump odia a los inmigrantes. Son “veneno para la sangre de este país”. Como si Estados Unidos no fuese eso, un país de inmigrantes. Desde cuando los españoles pisaron suelo que hoy es estadounidense, antes que los ingleses, los irlandeses, los escoceses, los italianos, los franceses, los portugueses, los holandeses, los suecos, los japoneses, los chinos, los filipinos, los vietnamitas y un largo etcétera de nacionalidades. No incluyo a los mexicanos porque ellos no llegaron, a ellos los echaron de su tierra. Tras la guerra con los gringos entre 1846 y 1848, México tuvo que cederles el 55 por ciento de su territorio (California, Nevada, Utah, Nuevo México, grandes partes de Arizona y Colorado, y Oklahoma, Kansas y Wyoming), renunciar a Texas y reconocer el Río Grande como la frontera con Estados Unidos. Con los franceses la cosa fue diferente. Jefferson les compró Luisiana en 1803, que se la había cedido España, que también les vendió Florida Son un país de inmigrantes, voluntarios o forzados, porque los africanos no fueron, los llevaron como esclavos.
Si yo fuera gringo le preguntaría a Biden, ¿por qué nos haces esto? Por qué facilitar el regreso de un autócrata, xenófobo, que odia a los pobres, a quienes considera perdedores. Biden lo ha sido todo. Sexto senador más joven de la historia norteamericana y el cuarto más antiguo, presidente de la Comisión de relaciones exteriores del senado, vicepresidente de Obama, y presidente. No logro entenderlo. Estados Unidos necesita de un nuevo liderazgo con capacidad para entender las complejidades del mundo actual. Los presidentes, además, deben encarnar valores éticos y morales. Así empezó la decadencia en Roma. Si yo fuera gringo, estaría de psiquiatra, al tener que elegir entre un señor con evidentes deterioros cognitivos y un mitómano bribón. Lo del jueves, más que una mala noche, fue el preludio de una pesadilla.
Comentarios