Plegaria por la vida.

Guillermo Pérez Flórez

El conflicto en Medio Oriente está en un momento crítico, El ministro Netanyahu está jugando con candela, desde la soberbia y la superioridad militar, sin que nadie con ascendencia y suficiente autoridad le diga nada.
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Ni Biden, ni Xi Jinping, ni la ONU, ni la Unión Europea. Él tiene derecho a defender a su pueblo, eso no se discute, y a actuar en legítima defensa, la cual debe respetar el principio de proporcionalidad, según el derecho internacional humanitario, que prohíbe el uso excesivo de la fuerza, conforme a los Convenios de Ginebra.

 El ataque al Líbano, que es un Estado soberano, so pretexto de combatir a Hezbolá (el partido de Dios), es inaceptable. ¿Podría Colombia bombardear a Venezuela, argumentando que desde allí operan la Segunda Marquetalia o el ELN? Durante el gobierno de Uribe se bombardeó una zona selvática de Ecuador, para dar de baja a Raúl Reyes, de las FARC, un objetivo militar. Pero Israel está atacando zonas urbanas en Beirut, produciendo desplazamientos masivos de población hacia Siria. Además, el contexto geopolítico y las consecuencias son muy grandes. Hace un año el ataque de Hamas a Israel causó la muerte de 1.200 personas y el secuestro de doscientas, lo cual dio lugar a una ofensiva inmisericorde en Gaza. El resultado: más de un millón de desplazados y 40 mil muertos. Por cada muerto israelí han matado a 34 palestinos y desplazado a 800.  

La solidaridad inicial de la opinión pública mundial con Israel prácticamente se ha evaporado. Y me temo que tras la ofensiva en el Líbano quedará poco. Israel sabe que este país no tiene cómo defenderse, en el fondo es una medida de aceite a Irán, que apoya a Hezbolá. Como si quisiera desatar una guerra global. Si toca a Irán podría generar una respuesta de Rusia. Las relaciones entre Moscú y Teherán son muy buenas. De hecho, Irán ha suministrado apoyo tecnológico a Rusia en la guerra contra Ucrania. Sobra decir que no soy experto en estos asuntos, sin embargo, veo que las cosas están tornándose muy feas. No sabemos qué pueda pasar. Los costos de una guerra en Oriente Medio los pagará todo el planeta, de una u otra manera. Puede que no nos acordemos que en 2021 cuando comenzó la guerra en Ucrania, el precio de la urea subió más de un doscientos por ciento en Colombia, lo cual afectó la producción agrícola y disparó el precio de los alimentos.

Biden se equivoca al planear con Israel bombardear instalaciones petroleras iraníes y al aumentar la presencia militar norteamericana en la región, con eso ha envalentonado a Netanyahu. Por otro lado, las protestas contra éste en las universidades estadounidenses vienen en aumento, aún falta un mes para las elecciones y Kamala Harris podría verse afectada. Prácticamente hay un empate técnico con Trump, quien en julio pasado le dijo al israelí que: “La matanza tiene que parar”. También ha prometido terminar la guerra entre Ucrania y Rusia. Es muy astuto.   

La inacción no es una opción. Los líderes religiosos como el papa Francisco podrían jugar un papel clave en llamar a la paz, y presionar a la comunidad internacional para que imponga sanciones y el cese inmediato de la barbarie. Este es un momento crucial en la historia contemporánea, la falta de acción podría tener consecuencias globales devastadoras. Ante la magnitud de la crisis humanitaria en Gaza y Líbano, debemos unir nuestras voces y exigir acciones concretas para salvaguardar la paz global.

 

Guillermo Pérez

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