De regreso a Macondo

Guillermo Pérez Flórez

Después de cinco años y nueve meses desde que Netflix adquiriera los derechos de Cien años de soledad para su adaptación, finalmente la espera ha concluido.
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El planeta está viendo el resultado, y no cabe duda de que es fascinante. El desafío era monumental: abordar desde otro formato una obra cargada de metáforas, simbolismos y magia resultaba titánico. Pero ahí está. Ahora solo nos queda disfrutarla. Disfrutarla y, al mismo tiempo, asumir el reto que nos plantea, que no es menor: evitar que sustituya la obra original y, en cambio, lograr que la relance, acercándola a las nuevas generaciones.

Lo primero para tener en cuenta es que es una adaptación. Así, se evitan desengaños o confusiones. Por ejemplo, el primer episodio, como lo explicó Orlando Oliveros, del Centro Gabo, está basado en los capítulos 1, 2, 7, 13 y 20 del libro. Esto subraya la importancia de releer la obra, ya que la serie altera el tiempo narrativo y lo organiza de forma secuencial. Otro detalle importante es que se modifican ciertos diálogos. Por ejemplo, José Arcadio Buendía, tras matar a su amigo Prudencio Aguilar por una ofensa a su orgullo, llega a su casa y le dice a Úrsula: “No habrá más muertes en este pueblo por culpa nuestra”. La frase original es: “No habrá más muertes en este pueblo por culpa tuya”. En mi opinión, tal modificación resta algo del machismo crudo que refleja la novela, al incluir a José Arcadio en la culpa. En el texto original, la responsabilidad es solo de Úrsula, por un crimen que él, y solo él, ha cometido.  

Otro aspecto digno de análisis es la banda sonora. García Márquez describió alguna vez a Cien años de soledad como “un vallenato de 450 páginas”. Sin embargo, en la producción televisiva hay música clásica. Desconozco la razón. Quizá se buscó realzar ciertos pasajes con intensidades sonoras distintas. Habrá que esperar para comprobar si, al final, la música vallenata ocupa el lugar principal que tiene en el libro, dado que se suprimió a ‘Francisco el Hombre’ (Francisco Moscote Guerra), el mítico personaje que derrota al diablo en un duelo de versos y acordeón mediante el canto del Credo y otras oraciones. Según la leyenda, esto dio origen a la piquería en la música vallenata. Tales detalles refuerzan mi recomendación de releer la obra, incluso de hacer un análisis comparativo con la versión audiovisual, que es bellísima desde una perspectiva fotográfica y paisajística, y por el realismo mágico que proyecta.  El próximo martes, a las seis de la tarde, en la librería Pérgamo (Ibagué), tendremos con la periodista Juana Restrepo un conversatorio para aproximarnos a la serie a partir de la proyección del primer capítulo.

Netflix ha puesto a Colombia en la primera línea de la escena mundial. La producción se está viendo en todo el planeta. Es motivo de agradecimiento que el país sea noticia por este hito cinematográfico, el más importante que se haya realizado en nuestro suelo hasta la fecha, y no por las tristes y desesperanzadoras noticias de siempre. Desde que vi el primer episodio, en la madrugada del pasado miércoles, no he podido dejar de pensar en Melquíades, en Rebeca, en Pilar Ternera, en José Arcadio, en Aureliano, en Úrsula Iguarán, esa matrona del patriarcado. Los veo inmersos y perdidos en esa vorágine de magia y desesperanza en que viven las estirpes condenadas a no tener una segunda oportunidad sobre la tierra, que nos pintó nuestra máxima cumbre literaria. Estamos de regreso a Macondo. 

 

Guillermo Pérez Flórez

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