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Y desde esa premisa que obliga moral, política, económica y socialmente, debe reorganizarse un plan que de respuesta y solución a las múltiples debilidades y carencias que intempestivamente tuvimos que enfrentar en todos los renglones, especialmente en la salud, educación, Ciencia, tecnología, innovación, ambiente, respeto por la vida, disminución de las brechas de inequidad, desigualdad, pobreza extrema, develadas ante los ojos de todos los habitantes del planeta, del continente, el país, la región y el municipio, que exige una acción inmediata y focalizada a gestionar recursos e invertir en necesidades de las ya diagnosticadas, necesarias, urgentes e importantes, con visión prospectiva a corto mediano y largo plazo.
Esta crisis humanitaria mundial, sin duda es un espacio privilegiado como nunca, para obrar con profunda ecuanimidad, dominio y capacidad para entender que los de la otra orilla, los opositores, los contradictores, los amigos, los no amigos y quienes piensan diferente, deben anteponer sus intereses personales por el bien colectivo de la ciudadanía hoy y mañana, solo así, se podrá avanzar en el desarrollo social de nuestro país, departamento y municipio, tal como ya lo he expresado en un escenario liderado vía Streaming, el sábado anterior, por Jaime Eduardo Reyes, en desarrollo de un plan de alto nivel de comunicación, de la Universidad de Ibagué.
Los mandatarios de los 182 países del mundo, cuentan con suficiente sensibilización para asumir con responsabilidad real y tangible los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030, que insta a los países a iniciar esfuerzos en un nuevo plan para el cual quedan solo diez años y no vemos aún el avance esperado para el fin de la pobreza como primer objetivo, la erradicación del hambre que hoy pasa cuenta de cobro y nos arruga el alma cada vez que en la mañana o en la noche se oye el timbre del edificio familiar Orfa Libia, el cual lleva el nombre de nuestra madre en su honor, y vemos el rostro triste y escuchamos la voz lánguida de alguien que pide ayuda alimentaria que pueden ser lentejas e incluso leche, haciéndose reiterativa y evidente la pobreza extrema de habitantes invisibles.
La salud y el bienestar es el tercer objetivo que a diez años debe dar resultados según el análisis que ya se hace gracias al momento afrontado, a la poca disponibilidad para el servicio y cuidado personal de la salud; la Educación de calidad que ocupa un cuarto lugar en la agenda y que para nosotros esta crisis corrió el velo y a ojos de buena vista, permitió que todos reconocieran que la salud y educación es un privilegio y un derecho muy distante para la población menos favorecida, quienes viven en las zonas rurales o hacen parte de las franjas de pobreza.
La igualdad de género, el agua limpia y saneamiento básico, la energía asequible y no contaminante, el trabajo decente y el crecimiento económico, ubicado en el octavo lugar de la agenda y que se convierte en una urgente necesidad; industria innovación e infraestructura, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y sostenimiento responsable, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres; hoy que los animales están saliendo y los seres humanos estamos confinados en reducidos espacios en millones de casos, hay que hacer profunda reflexión, es una lección para que apreciemos el cúmulo de oportunidades para trabajar en armonía con el planeta, sin destruirlo, sin acabarlo, respetándolo y este es un reto de todos, de la sociedad, de la familia y del Estado.
El objetivo 16 referido a la paz, la justicia y las instituciones sólidas y el último, alianzas para lograr los objetivos.
A todos, nos toca.
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