Las mujeres en la pandemia (I)

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

El censo nacional de población de 2018 pone en conocimiento esta conclusión relacionada con el género femenino en la realidad colombiana: “Las entidades territoriales con niveles altos de desarrollo presentan mayor proporción de mujeres”. Y en su orden cumplen este requisito, Valle, Bogotá, Risaralda, Quindío, Antioquia, San Andrés y Caldas. El Tolima no está entre los primeros lugares porque tiene un porcentaje de mujeres del 50.4 por ciento frente al dato colombiano de 51.2 por ciento.
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Surge entonces una explicación empírica de por qué los departamentos del viejo Caldas, nos superan en la mayor parte de los indicadores socioeconómicos. ¿El Tolima necesita tener más mujeres para mejorar en su desarrollo? ¿O que la mujer tenga un trato más equitativo, menos excluyente y discriminador?

Como no podemos olvidar que aún estamos bajo el rigor del asesino invisible, que nos somete a la crisis humanitaria mundial surge, otro interrogante: ¿Cuál ha sido el desempeño de la mujer durante esta etapa?

Si la mirada es internacional,  los datos destacan la actuación de siete mandatarias de países. Las de Dinamarca, Islandia, Finlandia, Alemania, Nueva Zelanda, Noruega y Taiwán donde el número de personas fallecidas ha sido bajo (BBC).

Entre ellas, sobresalen la primera ministra de Zelanda, Jacinta Ardnev, porque en esta isla asiática del Pacífico se registran sólo 19 personas fallecidas y desde marzo tiene decretada la cuarentena. La presidenta de Taiwán, Tsai Ing Wem, suspendió el acceso de vuelos internacionales desde antes del bloqueo ordenado por el gobierno chino sobre Wuhan donde comenzó la propagación de la que todos sabemos, y sólo ha habido seis  muertos en una población de 24 millones de habitantes.

Pero,  ¿Cuál ha sido el rol de la mujer en Colombia, un país con manifestaciones de micro y macromachismo, un fenómeno sociológico y cultural no tan sencillo de transformar?

Se sabe que la presencia de los miembros de la familia en su hogar,  en estado de cuarentena obligatoria ha servido para establecer o afianzar las relaciones de convivencia o, en contrario, actos de violencia física o psicológica contra la mujer. Porque vivimos en una sociedad patriarcal donde siempre se espera la voz y la decisión del hombre que, en muchos casos ejerce “pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia blanda, machismo invisible o sexismo benévolo”, así como lo identifica  el argentino Luis Bonino.

Pero, también, las circunstancias se han dado para que los hombres colaboren en actividades que casi siempre se han dejado a cargo de las mujeres, y entonces apoyan labores en la  cocina, limpieza de la vivienda y muchas otras que en la mayoría de los casos no son reconocidas ni valoradas como debe ser, inclusive porque no son remuneradas. Según el censo del 2018, en Colombia en un 74 por ciento el trabajo del hogar de las mujeres no es remunerado económicamente y se consideran personas sin trabajo, que injusto.

INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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