Humildad y sencillez distinguen al Salvador del mundo

Jairo Yate Ramírez

°°° “Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: « ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. 
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El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: « ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?» Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.” °°° Mateo 26, 14 - 27, 66.

El Misterio Pascual hace referencia a un acontecimiento salvífico e histórico “Jesús murió en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre.” 

Los católicos celebramos ese misterio, para cambiar nuestra manera de pensar y de actuar en la sociedad que vivimos. Para sanar nuestros corazones. Para volver por los caminos de Dios. Para comprender el misterio de Aquel que superó la muerte y nos abrió las puertas hacia la vida eterna.
Es una oportunidad para pensar en la humildad, la sencillez y la grandeza de corazón. Jesús de Nazareth entra a la ciudad de Jerusalén, (Domingo de Ramos) vive su pasión, para la salvación del mundo.

Abre la esperanza para una sociedad que aprenda a amar a Dios, a las demás; a practicar la justicia. Una sociedad que logre entender que el Hijo de Dios siendo de condición divina, no se ubicó por encima de los demás, sino que asumió el camino de la humildad y la cruz. (cf. Filipenses 2, 6-11).

Jesucristo subió a la ciudad de Jerusalén para cumplir la misión que el mismo Padre celestial le había encomendado. Se encuentra con la gran sorpresa: “Es aclamado como Mesías, como el salvador del mundo”. 

Los niños hebreos, los pobres, los sencillos, los humildes, batiendo ramos de olivo, le abren calle de honor, al gran rey que viene montado en un pollino. (cf. Mateo 21, 1-11).

Misión impredecible para la mente de otros estratos sociales judíos, para el mismo gobierno, para el sanedrín, para el senado, para la clase social privilegiada de Israel.

El que quita el pecado del mundo pone en marcha el Reino de su Padre. Cuando alguien quiere servirles a los demás, no se ubica por encima de los demás. Así lo entiende el Papa Francisco, cuando asevera: “Jesús se despojó de sí mismo: renunció a la gloria de Hijo de Dios y se convirtió en Hijo del hombre, para ser en todo solidario con nosotros pecadores, ha vivido entre nosotros en una «condición de esclavo» (cf. Filipenses 2,7) no de rey, ni de príncipe, sino de esclavo. (Homilía 20 de marzo 2016).

Amar es el imperativo categórico en la mente de Dios. Vino a salvar y perdonar, porque ama su propia obra.

Cuida tu salud: Con la Cruz de la salvación no se puede negociar.  

PADRE JAIRO YATE RAMÍREZ

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