Claves para el desarrollo territorial: Tejido empresarial

Juan Sebastián Castilla Millán

Existen múltiples visiones sobre el desarrollo lo cual dificulta lograr consensos sobre la ruta que cada territorio debe tener.
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Sin embargo, desde inicios del presente siglo los componentes humanos y ambientales están presentes de manera global, acompañando a la noción clásica de desarrollo entendido como bienestar económico. Bajo esta consideración, tenemos que entender el desarrollo como un esquema que permita mejorar las condiciones de vida de una población, de manera sostenible a lo largo del tiempo, sin causar perjuicios en su entorno. 

La anterior descripción nos hace pensar sobre cómo podemos impactar positivamente la calidad de vida de los ibaguereños. Sobre este tema, las necesidades, dolores o problemáticas deben ser socialmente aceptadas por los ciudadanos para lograr los incentivos necesarios para un cambio. Al revisar la encuesta de percepción ciudadana evidenciamos que el principal problema percibido es el mercado laboral, ya que para el año 2023 el 72% de las personas consideraron que en Ibagué es difícil encontrar empleo y el 53% manifestó que es difícil emprender una actividad económica independiente (Ibagué Cómo Vamos, 2023). 

La anterior preocupación se sustenta en datos. Si bien para el cierre del 2024 el desempleo cerró en un 10%, la cifra ha oscilado en los últimos años alcanzando un máximo en 2022 del 16%. Lo anterior, a pesar de ser una capital departamental bien ubicada con acceso a grandes mercados, como Bogotá o Cali. Esta variación se puede explicar debido al tejido empresarial. El 97% de empresas matriculadas en la ciudad son microempresas y el 1,5% son pequeñas empresas, para un total de 30.569. Por el contrario, solo hay 188 empresas medianas y 87 grandes en el registro, lo cual evidencia una fuerte dependencia al empleo generado por las microempresas y al trabajo independiente (Cámara de Comercio de Ibagué, 2023).

Con lo explicado previamente, hay que agradecerle a los microempresarios y emprendedores por sostener la economía de la ciudad, especialmente a aquellos dedicados a actividades como la manufactura y el comercio. No obstante, un dato no menor es que de acuerdo con un estudio de la Cámara de Comercio de Ibagué para nuevas empresas que iniciaron en el 2018, solo el 29,9% de ellas sobrevivieron para el año 2023. Incluso para el año 2019, previo al efecto pandemia, se evidenció el cierre del 40% de las empresas creadas. Por ello, tanto la estructura como la tasa de supervivencia empresarial pueden explicar el desempleo y la informalidad estructural, la cual para el primer trimestre de 2024 se encontraba en 46,6%, 5 puntos por encima del promedio de las 13 cabeceras municipales principales del país (DANE, 2024). 

Lo explicado previamente no es un misterio ni una verdad revelada. Es una problemática relevante, percibida en gran medida por los ciudadanos y sustentada por los datos. Diversos expertos y políticos de la región han buscado capitalizar dicha situación sin proponer una ruta de acción clara. Buscando aportar al debate elementos transversales, dejo planteadas tres maneras puntuales para fortalecer el tejido empresarial, lograr un mayor crecimiento de las empresas, aumentar el empleo y mejorar la calidad de vida de los ibaguereños. 

En primer lugar, el tamaño del mercado municipal depende de la atracción de recursos externos. Entre más recursos atraigamos y mantengamos en circulación, mejores serán los indicadores económicos y sociales. Por lo tanto, se necesita ofertar productos y servicios demandados por un mercado diferente al ibaguereño, entendiendo las tendencias nacionales y globales para lograr mayor impacto. Para ello se requiere fortalecer la educación en tecnología, idiomas y turismo, ya que son sectores estratégicos. Todos los días se demandan trabajos remotos en programación, diseño y redacción, lo cual puede ser una fuente de ingresos para muchos jóvenes de la ciudad. Por otra parte, el turismo es una manera eficiente para atraer recursos y que en Ibagué todavía no hemos desarrollado todo nuestro potencial.

Como segunda medida, experiencias de otras ciudades indican la necesidad de crear una agencia pública para la atracción de recursos de convocatorias públicas y de cooperación internacional. Por poner un ejemplo, en la actualidad la gran mayoría de recursos de ciencia y tecnología se ejecutan con las alcaldías más grandes del país por falta de proyectos viables desde las regiones. Lo anterior no es por falta de iniciativa sino por falta de técnica, situación que puede mejorar con un equipo encargado de rastrear convocatorias, conectarlas con las entidades privadas que tengan el proyecto y subsanando debilidades que puedan tener. Este mecanismo no solo beneficia a quien ejecute el proyecto, sino que crea cadenas comerciales significando una oportunidad para que micro y pequeñas empresas crezcan. 

Finalmente, mejorando el entorno para los negocios medido en los diferentes indicadores de competitividad. Lo anterior, permitiendo la implementación de clústeres en los cuales nuestros atributos territoriales hagan más competitivos a los empresarios que decidan invertir y apalancar micro y pequeñas empresas de la ciudad. Algunas ideas de clústeres que pueden funcionar en Ibagué son sectores como el textil, aprovechando el conocimiento histórico de los habitantes y adaptando la oferta de servicios a las nuevas realidades comerciales; también procesos de agroindustria, como la producción de subproductos de arroz o procesos postcosecha y de exportación para el mercado internacional del café de especialidad. 

El mensaje es claro: fortalezcamos nuestras empresas y creamos en nosotros. La llave del desarrollo de Ibagué está en el fortalecimiento del tejido empresarial, especialmente de las micro y pequeñas empresas que son las que actualmente sostienen la economía de la ciudad. 

 

Juan Sebastián Castilla

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