Nuestro tablero está prácticamente listo. Con Costa Rica, empezamos a alinear las fichas para jugar y aprovechar todo el potencial que representa el mercado de Centroamérica para los empresarios nuestros.
Colombia llevaba más de dos décadas buscando un TLC con Costa Rica, desde cuando el presidente Juan Manuel Santos era Ministro de Comercio Exterior, a principios de los 90. Para nosotros, esa franja centroamericana ha sido una prioridad, toda vez que se trata de una economía dinámica, con orientación importadora, especialmente en bienes industriales y agroindustriales que producimos.
Por su tamaño y cercanía, esa nación es un socio natural. Estamos seguros que los grandes movimientos empresariales de los últimos años se afianzarán con este acuerdo, dada las reglas que negociamos para garantizar los flujos de capital mutuo.
Allí tienen asiento importantes empresas colombianas como Avianca, Davivienda, Grupo Aval, Grupo Nutresa, entre otras. Justamente para esas firmas, el acuerdo que entra en vigencia este primero de agosto representa seguridad en sus inversiones.
No dudamos que bajo el nuevo escenario, los grandes grupos empresariales colombianos tendrán de ahora en adelante a Costa Rica en sus planes de expansión. Además de la cercanía, sus consumidores son muy parecidos a los nuestros, a lo que se suma la facilidad con la que se puede hacer negocios gracias a factores como el idioma y la cultura. Otro punto a favor es que se trata de un mercado con un poder adquisitivo superior en más del 20% al colombiano.
La presencia de marcas nacionales allá, la cercanía geográfica y el tamaño de nuestras empresas establecidas en esa economía, generaban preocupación en los costarricenses. Sin embargo, el interés de ellos por ingresar a la Alianza del Pacífico, para lo cual es requisito tener tratado de libre comercio con cada uno de los miembros, facilitó que finalmente se diera la negociación.
El acuerdo es un paso fundamental en la consolidación de nuestras relaciones comerciales con Centroamérica, a lo que hay que agregar los beneficios del Acuerdo que tenemos con los socios del Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), vigente desde el 2009.
En su conjunto los mercados de los cinco países centroamericanos con los cuales hemos suscrito Acuerdos de Libre Comercio, tienen un tamaño similar a nuestro territorio. Pero más allá de la dimensión geográfica, es una economía en la que nuestros empresarios han sido muy exitosos, en especial los de la industria manufacturera.
Aún sin contar con el Acuerdo, nos hemos consolidado como uno de los mayores proveedores de bienes de ese destino. Entre los suramericanos, fuimos el segundo mayor proveedor de Costa Rica y el octavo a nivel mundial.
Nuestra industria es absoluta ganadora. El 91% de las exportaciones nacionales a ese mercado el año pasado, fue de productos manufacturados. Por eso, que ese tipo de bienes deje de pagar aranceles altos, como el caso de cosméticos, confecciones y electrodomésticos, que son de gran interés nuestro, es un hecho para destacar.
Ahora, el juego de la siguiente partida es del sector privado colombiano. Su reto es grande y debe afianzarse en el fortalecernos de ese valor agregado nuestro que ya conocen los ticos.
Esta oportunidad de beneficios llega de la mano con las ganancias que nos da la paz y el posconflicto. Este TLC es un gran negocio que empieza a sumar en la consolidación de una Colombia Moderna.
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