PUBLICIDAD
Camilo Pérez Salamanca, es uno de ellos por varias razones, sobre todo por su tesón de reconstruir parte de la historia regional y dejarnos una serie de crónicas que cuentan, desde distintas perspectivas, lo que ha ocurrido en nuestro medio y lo que han hecho hombres y mujeres durante su periplo en este territorio.
Hace exactamente un año el autodidacta, escritor, periodista e historiador sucumbió en su lucha por desentrañar el pasado. No lo vencieron las enfermedades, ni sus limitaciones visuales y auditivas. Se lo llevó la tristeza y la soledad por la pérdida de Idaly, su esposa. Camilo murió de amor, su sensibilidad infinita se quebró y su corazón también, cuando ella partió, porque como él mismo escribió: “fue la constructora de mi obra literaria”, y no pudo acompañarlo más por las calles de la ciudad que transitaron los últimos años de sus vidas y a la que llegó siendo un niño, que descendió por las montañas de San Juan de la China huyéndole a la violencia.
Vale la pena recordarles sucintamente, quien fue Camilo Pérez Salamanca y su aporte a esta ciudad y a este departamento, en una carrera que inició en sus primeros años, cuando presenció los bombardeos de los aviones oficiales que llegaron al cañón de San Romualdo sembrando la muerte y él corrió hasta su casa paterna a contarles los pormenores “Esa fue la primera noticia que di”, por eso se inició en periodismo y comenzó a destacarse por sus crónicas que hablaban de la problemática social y de protagonistas que contaban sus peripecias.
Sin lugar a dudas su aporte más significativo fueron los tomos dedicados a Ibagué, en los cuales, a partir de crónicas de personajes populares que encarnan la idiosincrasia de este pueblo, cuyo recuento en una prosa amena y llena de anécdotas, nos permite reconstruir la memoria perdida, gracias a las minuciosas pesquisas en archivos, bibliotecas, periódicos y entrevistas. Esta tarea le llevó muchos años y estoy convencido que muy pocos estudiosos se atreverán a realizar un trabajo de esta magnitud, con el amor y el empeño de un hombre que, a pesar de la oscuridad de sus ojos para ver el mundo, abrió sus soles interiores para iluminar con sus recuerdos el pasado y dictarle a sus amanuenses parte de la historia de Ibagué.
Camilo, un año sin su pluma es una hoja en blanco que le falta a la historia de la ciudad musical y un boquete inmenso en el recuerdo de sus amigos y lectores.
Comentarios