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No se destacan por sus aportes positivos, antes por el contrario, son los responsables del atraso en que vivimos y del dolor que sufren miles de personas en determinados momentos. La reflexión que se pretende es que, en medio de los balances y las festividades, se tenga un espacio para pensar en lo que pudo ser mejor.
Indudablemente el invierno del presente año rompió los récords de precipitación fluvial sobre algunos lugares del territorio, al igual que las secuelas que dejó. Más de doscientos muertos en todo el país se han registrado hasta noviembre, según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Treinta y dos departamentos han estado comprometidos, 150 mil familias han resultado afectadas y las pérdidas son incalculables. Llovió todo el año y, como siempre, los colombianos no estábamos preparados para una tragedia de tal magnitud.
La violencia de todo tipo es otro personaje que deja cifras escalofriantes, no solo por parte de los grupos alzados en armas, sino también de actitudes que parecieran aisladas, como es el caso de la violencia intrafamiliar que incuba crímenes atroces, evitables la mayoría con profundas reformas a la educación, y a la justicia para su prevención. Las estadísticas de niños asesinados por su progenitores o familiares, según Medicina Legal fue de 426,12 % más que en 2021. La Fiscalía registra 180 feminicidios en Colombia, mientras el Observatorio del tema habla de más de 500 víctimas. Un país donde se asesinan sus niños y mujeres, no merece el título de sociedad.
El tercer personaje es de gran magnitud, solo que se diluye en millones de actitudes y comportamientos diariamente. Somos insolidarios, nuestro accionar es profundamente egoísta. El comerciante que aprovecha la mínima oportunidad para elevar los precios de los artículos en forma exagerada, ante al anuncio del aumento en insumos. El impaciente que llega a la fila y trata de colarse en la primera posición irrespetando a quienes llevan varias horas de espera; el conductor que no es capaz de ceder el turno para que fluya el tránsito; el corrupto que no le importa que sus coimas afecten la calidad de los servicios y tantas otras manifestaciones, hacen que solo nos interese lo nuestro y se genere intolerancia, agresividad y hasta daño en el otro.
Un país cuyas prácticas y actitudes conduzcan al individualismo, solo produce personajes negativos y aquí necesitamos cultivar los comportamientos colectivos para alcanzar la paz y el desarrollo.
¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro!
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