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Su recuerdo aun punza las fibras íntimas de nuestra memoria y el aullido macabro de ambulancias sigue taladrando nuestros oídos. Todavía experimentamos esa rabia por no haber tenido dirigentes capaces que pudieran haber orientado a la comunidad para que el impacto no fuera tan devastador, máxime si se tenían conocimientos reales de la magnitud de la erupción, pero pudo más la desidia y el sentimiento mezquino de quienes negaron una evidencia monumental y expusieron a miles de personas a la fatalidad.
A más de 37 años de haber ocurrido la catástrofe y con mayor tecnología en el monitoreo del Volcán Arenas del Nevado del Ruiz, se habla de la posibilidad de una nueva erupción y la necesidad de adelantar acciones de prevención. Pareciera que la experiencia del pasado se hubiera borrado y solo quedan los errores y las actitudes negativistas. Las autoridades de algunos de los municipios hipotéticamente afectados, salen con unas disculpas pueriles. Hablan de la falta de recursos y minimizan el peligro como lo hicieron en el pasado. Al escucharlos, uno no puede creer que miles de seres humanos dependan de las decisiones que tomen estos señores.
Nadie puede asegurar que la erupción se va a dar, tampoco que si se da esta vez sea menos impactante. La tecnología no se ha desarrollado lo suficiente para tener certezas en este sentido. Estamos en manos del azar, pero con medidas de seguridad si se pueden salvar vidas y esto de por si justifica cualquier inversión. Parece increíble que se anteponga la llegada de maquinaria pesada, ambulancias y una larga lista de carencias para actuar. Todo esto se necesita, pero si se hubiera trabajado desde mucho antes en la prevención y en los planes de emergencia, no se estuviera ahora a la espera de lo que el gobierno nacional pueda enviar. Una pregunta nos asalta: ¿Qué gestión han hecho durante su periodo de gobierno, cuando no se habló de emergencia? La prevención es permanente y no solo cuando se presenten los eventos.
Las comunidades deben participar activamente en la difusión de las medidas de prevención y rechazar cualquier intento de proselitismo político. Una comunidad que logre hacer parte de la gestión del riesgo, será de gran utilidad en momentos claves. Hay que derrotar las falsas creencias sobre un fenómeno natural, esto no es un castigo de nadie y solo la inteligencia con que se actúe puede evitar que se generen rumores y mentiras, lo demás solo conduce a la catástrofe,
Debemos recordar siempre que el olvido y la ineptitud nos hacen más vulnerables y que solo preparándonos podemos enfrentar estos fenómenos.
¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro!
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