Nemo dat quod non habet

Manuel José Álvarez Didyme dôme

O como diría hoy la evidente regla resultante al traducir el ancestral brocardo latino: “Nadie da lo que no tiene”.
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Y es que mal puede esperarse que un personaje arrogante, soberbio, con un ego desmedido en su delirio de poder y con pleno desprecio hacia las opiniones ajenas, llegue a aceptar que la irregular financiación de su campaña y que el anómalo actuar de sus parientes y protegidos hayan rebasado lo tolerable por la moral y los valores de siempre.

Puesto que, como enseña la psicología, a las personas que padecen el trastorno psicopatológico conocido como Síndrome de Hubris, -generalmente líderes y de desbordada retórica-, los caracterizan sus fantasías de omnipotencia y grandeza derivadas de su narcisista personalidad, al punto de sentirse capacitados para realizar las más excepcionales tareas, en tanto creen saberlo todo y que de ellos se pueden esperar grandes realizaciones, lo que los conduce muchas veces a transgredir lo ético y hasta lo legal. 

Ante lo cual debemos aprestarnos a padecer en los próximos tres años y pico que advienen, los inefables procederes del actual jefe del Estado, como los que ya iniciaron, sin que ya nada podamos hacer para evitarlo, -democráticamente hablando-, puesto que cuando se pudo no se hizo, como suele suceder cuando dejamos que otros decidan por nosotros.

Para quejarnos lastimeramente luego, cuando ya para qué, puesto que ya tenemos a Petro, Francia & Cia., instalados y en pleno ejercicio de su ineficiente e improvisado gobierno y su inmoderado y abusivo uso del poder, pues como se nos había advertido, “… que luego del gobierno del Pacto Histórico, nada iba a seguir siendo igual”, (de malas).

Y es lo cierto, puesto que gobernar es un proceso harto complejo, que demanda conocimiento, experiencia y gran capacidad técnica, no solo en quien lidera, sino en quienes lo acompañan y asesoran, cualidades de las que carecen nuestro primer mandatario, su vice y el resto de sus funcionarios, casi sin excepción, como lo vienen develando su incompetencia, ineficacia e incapacidad para edificar sobre lo existente, en cuanto acostumbrados como estaban en destruir todo y de manera permanente con violencia o sin ella y sin miramiento alguno en nombre de su arcaica concepción del poder, desconociendo el camino andado y el crecimiento económico logrado por sus compatriotas, a base de esfuerzo y sacrificio.  

Y como ya de antaño lo había corroborado el lamentable resultado de la mediocre administración que Petro maldirigió por un período entero como alcalde de Bogotá, asistido de varios de los funcionarios de los que hoy lo acompañan, y como se advierte en los nefastos proyectos de ley presentados por su bancada al Congreso. 

Como dice el adagio popular: “por el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo”. Así que si se espera que el paisaje político del inmediato futuro no sea del mismo tenor del que hasta hoy se nos está mostrando, preparémonos para encarar lo que viene, puesto que “nemo dat quod non habet”.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME DÔME

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