Sin embargo, hubo nutrida respuesta. En distintas ciudades y pueblos del país y del exterior, muchos colombianos salimos a rechazar el accionar de las FARC y a pedir la inmediata liberación de los cautivos. Los marchantes sabemos que a las obtusas, sanguinarias y asesinas FARC les importa un pepino que el pueblo que ellas mismas se jactan de representar, marche en su contra. No obstante, para quienes están secuestrados y encadenados, el que salgamos a protestar es un pequeño aliciente que conlleva el mensaje de que no están solos ni olvidados en su humillante, angustioso y doloroso cautiverio.
En su pronunciamiento, el presidente Santos insistió en que, para comenzar un diálogo de paz, los narcoterroristas tienen que liberar a todos los secuestrados sin pedir condiciones especiales y, lo más importante, sin el show mediático internacional que tanto apetecen ellos y su estafeta, la destituida exsenadora Piedad Córdoba. A propósito, le fue imposible sustraerse a no robar pantalla pues, inmediatamente después de que sus amigotes asesinaron vilmente con tiro de gracia y a sangre fría los cuatro policías, salió a defenderlos achacando culpas a nuestro Ejército y afirmando que los ultimados formaban parte de un grupo que, unilateralmente y en pocos días, iban a liberar. Permítanme que me ría.
¿Será que piensa que sigue teniendo credibilidad ante nosotros con todas las indignidades que ha cometido a lo largo del tiempo que ha sido la correveydile de las FARC? Si realmente estos policías estaban ad portas de ser entregados, ¿por qué no lo comunicó al Gobierno? Pues resulta que los colombianos no somos estúpidos, por tanto, por medio de los shows mediáticos que, junto con sus camaradas ha montado en anteriores liberaciones, todos sabemos que para entregar secuestrados exigen diseñar toda una parafernalia logística, con pretensiones tales como tener a bordo representantes de otros países en donde imperen gobiernos de su misma ideología, ojalá del Socialismo Siglo XXI, con el agravante de que si se cambia un milímetro el libreto, se tiene la latente amenaza de parar la liberación.
Las FARC salieron a hacerle coro enviando a “Colombianos y colombianas por la paz” desvergonzadas misivas de último momento, alegando que los fusilados formaban parte de un paquete de seis policías que iban a liberar, pero que ahora tocaba restar los cuatro asesinados y el que se voló. Por tanto, en manera altamente cínica e irrespetuosa, afirman que entregarían sólo el que se salvó de la masacre. Qué menosprecio con las familias y con el país entero; luego esos asesinos no merecen ninguna consideración.
Por variadas razones, entre ellas, lanzar convocatoria sólo una semana antes y, sobre todo, por el crudo invierno que nos azota, el pasado martes la marcha no fue tan multitudinaria como aquella de febrero de 2008.
Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA
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