No obstante, cerca de la mediterránea Lampedusa murieron 345 africanos. Eran hombres, mujeres y niños que, indocumentados, navegaban hacinados en una barcaza que naufragó en medio de la noche. Avistados por pesqueros italianos no fueron auxiliados, pues según Ley Bossi-Fini es delito ayudar ilegales, así sea para salvarles la vida. Al haberlo hecho, en vez de delegación médica esperando en puerto, hubiera estado la autoridad para enjuiciar, tanto a sobrevivientes como a pescadores, que verían confiscados sus barcos, más 3 años de cárcel y multa de 15 mil euros por persona salvada.
Pero, ¿quién es Bossi? Un ambicioso gamberro vulgar, fascista, nazista, racista, exsenador, exministro y expresidente de la “Lega Nord”, organización que ansía independizar de Italia la región norte (Padania). Entre sus transgresiones figuran poner a circular moneda ilegal en Padania, armar ejército irregular de 100 mil bergamascos, irrespetar la bandera, agraviar al Jefe de Estado, impulsar desobediencia civil, difamar magistrados, nepotismo y malversación de fondos.
Bien. La Bossi-Fini, cruel, despiadada e inhumana no ha servido un gran qué, pues en 11 años en vez de frenar la ilegalidad ha puesto más de 7 mil muertes trágicas en el Mediterráneo. Y, acumulando más infamia, los supervivientes africanos, exceptuando menores, serán enjuiciados y declarados culpables de inmigración ilegal. Pero, la “Lega”, no contenta, pide juicio para los difuntos, entre ellos, un bebe de tres meses. Son tan descerebrados, que están convencidos que hasta los muertos quiere permanecer en Italia. Mas ésta ya no es atractiva para ninguno, pues su sistema social, económico y político ha tocado fondo, entonces, permanecer allí podría significar encontrarse peor que en sus países de origen.
Sin embargo, no todos los italianos son desadaptados, los isleños han atendido los náufragos sin reserva y, la Alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, afirmó que como italiana se siente avergonzada por la insensible Ley. Además, no entiende cómo el Estado no puede humanizarse acogiendo los supervivientes y, dándoles digno y adecuado apoyo para que puedan cultivar una pequeña esperanza de un futuro más halagador.
De todas maneras, Europa no había querido percibir el drama que generan las guerras fratricidas del continente negro, motivo por el cual existen millares de desplazados africanos que, contra viento y marea, buscan un destino final en Austria, Alemania, Suecia o Inglaterra. Desafortunadamente, sólo una tragedia de tal magnitud, corrió el velo hipócrita que cubre a una Europa empecinada en considerar los desembarcos clandestinos como el problema y, no como la consecuencia del problema.
Entre los derechos fundamentales reconocidos por innumerables tratados internacionales, el más importante es conservar la existencia humana. Por ende, todos tenemos deber y responsabilidad individual y colectiva de proteger este derecho, máxime cuando una persona se encuentra en peligro de muerte.
Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA
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