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Los últimos estudios como los de Statista, sugieren que el mundo pasará de más de 12,5 billones de horas en línea solo en este 2022. Y Colombia aparece allí como el segundo país en donde más tiempo se pasa en redes sociales, medición en horas y minutos. Tan solo es superada por Nigeria y seguida muy de cerca por Brasil, Argentina, México, India y un poco más abajo por Estados Unidos y China, aunque parezca increíble. Nuestro promedio en horas “pegados” a las redes es de 3 horas y 42 minutos.
Por lo cual estudiar los fenómenos del uso y abuso de la Internet y sus aplicaciones como las redes sociales y el tráfico informativo que por allí circula, se vuelve crucial para entender la afectación sobre la salud mental, el rendimiento laboral y el equilibrio emocional por esa intoxicación sumada a la procastinación, en este caso digital. Este, sin duda, es un escenario que debe y merece ser abordado con mayor pertinencia, frecuencia, rigor intelectual y científico en la actualidad.
Es necesario evidenciar el excesivo tiempo que destinan los individuos en el entorno familiar, profesional y académico al consumo de información no relevante en redes sociales, lo cual lleva en primera instancia a una Infoxificación, demostrando que “su peor consecuencia es que paraliza e impide avanzar hacia los objetivos propuestos ya sean individuales o colectivos como organización, debido a la saturación informativa”, como lo indicara Gómez Nieto por allá en 2016; variable que al parecer se conecta con que los individuos aplacen sus deberes y responsabilidades cotidianas, generando lo anterior procastinación o lo que denominamos “procastinación digital”.
“Procastinación digital” que en últimas es la interrelación de dos conceptos que se ubican en el escenario actual virtual dado el creciente uso de redes sociales. El primer concepto denominado foxicación “sobrecarga informativa” (Toffler, 1970), acuñado años más tarde –en el 2003- como “infoxicación” por Cornella; el segundo término, procastinación, que entendido desde su definición etimológica deriva del verbo en latín procrastinare que significa dilatar la presentación de una actividad de forma voluntaria, también derivado de la palabra “akrasia” del griego antiguo, que significa hacer algo en contra del juicio o hacerse daño a uno mismo (Steel, 2007).
¿Y por qué es urgente prestar atención y encargarse de estudiar y entender esa “procastinación digital”? pues porque en la actualidad 4.620 millones de usuarios tienen las redes sociales, una cifra 3.1 veces mayor que la de 1.480 millones de usuarios que se calculaba existían en 2012, reitero, lo que significa que los usuarios de redes sociales han crecido 12 por ciento durante la última década.
En resumen, lo que no podemos perder de vista es que se están encontrando variables conceptuales que indicarían una relación directa y negativa entre procastinación e Infoxificación (sobrecarga informativa) en especial por el uso ocioso de las redes sociales. También se puede evidenciar en casos de estudio, que donde existen hábitos de procastinación se presentaba una inclinación evidente a un consumo excesivo de información de los múltiples contenidos depositados en las redes sociales y la Internet.
Coletilla: Creo que de esto está sufriendo el Alcalde de Ibagué y buena parte de su administración. Ahora, si ya leyó, por favor desconéctese y vaya a trabajar, producir o vivir.
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