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Esta triste fecha del vil asesinato de Garzón no podía caer en un momento más preciso para nosotros los colombianos, que cuando hay dos noticias que nos muestran de golpe la realidad de nuestra zoociedad actual, igualita a la pasada que él denunciaba.
Una noticia, el hecho de que fueron colombianos quienes cometieran el asesinato del candidato presidencial en Ecuador, de apellido Villavicencio, quien venía denunciando y reiterando los nexos a través de ciertas personas de la plata del narcotráfico, con el hoy vinculado a investigación Nicolás Petro -hijo del presidente Petro- su ex señora, una senadora nuestra y el narcodictador venezolano Maduro, con gente muy cercana, del propio partido Revolución Ciudadana y candidatos del ex presidente Correa en ese vecino país, como ya todos podemos consultar en los medios y redes ecuatorianas.
Situación que, dicho sea por demás, nos convierte casi que en exportadores de asesinos profesionales de figuras públicas latinoamericanas, de grupos mercenarios con bastante experiencia. Recordemos lo hecho por otro grupo de nuestros compatriotas en Haití, donde mataron al Presidente de esa nación.
La segunda noticia, muestra la dimensión de esa radiografía de corrupción empresarial, clase política y aparato judicial colombiano que Garzón delineaba también muy bien, en lo que hoy se conoce como la sanción que el Gobierno de USA le impuso -de 80 millones de dólares- al Grupo Aval y Corficolombiana por CORRUPCIÓN, por pagar coimas para quedarse con una buena tajada de la Ruta del Sol con la desacreditada Odebrecht.
Situación que no es nueva para nadie, sino quizá en lo que respecta a la sanción económica impuesta, que a propósito en nuestro país se trató de tapar lo que más se pudo hasta último momento porque deja en evidencia que las empresas de Sarmiento Angulo con sus socios sí cometieron delitos de la mano de miembros del gobierno colombiano. Pero, además, trae a la memoria precisamente esas telarañas y entramados del poder corrupto colombiano que Garzón solía hilar muy bien. Recordemos que en este caso el primero en destapar y dejar precisión sobre la corruptela fue el difunto Jorge Enrique Pizano y su hijo, quienes resultados sospechosa y convenientemente muertos por ingesta de cianuro, al poco tiempo de dejar al descubierto lo que pasó con esos contratos millonarios y se lo comunicaron puntualmente a Néstor Humberto Martínez Neira, por entonces abogado de Sarmiento Angulo y su grupo Aval; situación sobre la cual al parecer no se actuó en ese momento –más allá de una sonrisita de jijijiji- y tampoco con mucha diligencia posteriormente cuando Néstor Humberto dejó de ser empleado de Sarmiento en Aval, para convertirse en Fiscal General de la Nación de Colombia.
Este caso que involucra a la corruptela de Aval y Odebrecht y tiene a Martínez ligadito, precisamente recuerda aquella entrevista que Jaime Garzón, a través de su personaje Heriberto de la Calle, le hiciera al ex Fiscal y ex abogado de Sarmiento Angulo, cuando le recordó sobre si su padre el humorista Salustiano Tapias sabría “que le iba a salir un hijo así de cafre” -palabras de Heriberto por su puesto- pero que hoy con estos nuevos detalles de la realidad del poder y sus lazos comunicantes de corrupción en el país, suenan como sabias y premonitorias.
En fin, parece que en ese sentido de corrupción y más corrupción, asesinatos, dineros del narcotráfico en campañas políticas presidenciales, estuviéramos viviendo exactamente el mismo momento histórico que Garzón denunciaba a través de sus personajes hace más de 20 años y por lo cual lo mataron.
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