Y quién es él ¿Es lo importante'

Guillermo Pérez Flórez

El artículo de la periodista Claudia Morales, respecto a que un jefe suyo abusó de ella, abre un debate que, curiosamente, no se ha dado en Colombia con amplitud, y que es importante. Morales reivindica el derecho al silencio, una cuestión respetable que nadie pone en cuestión. Fue valiente al hablar de esto, y al hacerlo contribuye a que se debata sobre un viejo mal de esta sociedad patriarcal: el acoso sexual.

Este episodio ha sido una prueba para la sociedad colombiana. El morbo desatado en torno a quién era “El”, como lo bautizó Morales, en lugar de reflexionar sobre un problema que aqueja a miles de mujeres que diariamente tienen que padecerlo en silencio, es vergonzoso. Son frecuentes las historias de mujeres que sufren acoso en los buses o en sus lugares de trabajo. En Bogotá se llegó a plantear buses exclusivos para mujeres. Es una prueba del déficit ético que tenemos. Respetar al otro u otra, en toda su dimensión, como persona, como trabajador, como sujeto político con derecho a tener ideas diferentes a las nuestras, es uno de los desafíos que tenemos que encarar.

No voy a incurrir en la hipocresía de decir que a mí no me gustaría saber quién es “él”. Claro que me gustaría. Sobre todo, para que una conducta criminal y reprochable, como lo es una violación, reciba una contundente sanción social. Sin embargo, esta denuncia sería realmente útil, si nos hace reflexionar sobre el problema en sí. En Colombia tenemos que superar el síndrome de escándalo, particularmente los medios de comunicación. Mañana o a más tardar pasado, este asunto desaparecerá de la agenda pública, sin que se haya hecho nada. Reitero, en este tipo de conductas hay un problema ético que es preciso encarar. En la base del mismo está cómo nos relacionamos con el otro.

La senadora Paloma Valencia acaba de hacer otra contribución al denunciar que su mamá fue acosada por un Procurador General de la Nación. Tampoco menciona quién es él. Se ubica en la misma línea de Morales. Denunciar el fenómeno, no el acosador. Todo nuestro respeto y solidaridad. Pero ahora que está abierto el debate, ahora que las víctimas comienzan a romperse el silencio, lo que debemos preguntarnos es qué vamos a hacer. Cómo encarar esta lacra. Seamos sinceros, las historias sobre tipos acosadores son frecuentes. Incluso circulan entre los mismos hombres, con cierto grado de complicidad. Lo de la salita privada en la Procuraduría ya lo he escuchado en otras oportunidades. Igual que el caso de gerentes de empresas y funcionarios, con tendencias reiteradas al manoseo sutil o al acoso descarado.

Tenemos un problema ético. Hay que empezar a trabajar esto en escuelas, colegios y universidades, si queremos una sociedad mejor. Eso es más importante que saber quién es “él”. Lo demás es morbo y sensacionalismo. Es una pena que el expresidente Álvaro Uribe no haya sabido manejar este asunto. Su reacción deja mucho que desear. Ha debido solidarizarse con “la señora”, como llamó a Claudia Morales, pues ella fue su colaboradora. Era lo mínimo.

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