A propósito del liderazgo femenino

Guillermo Pérez Flórez

Se ha vuelto un lugar común afirmar que el liderazgo femenino está en ascenso, y que las mujeres tienen ahora una mayor participación en la política, la economía, la ciencia y las artes.
PUBLICIDAD

Y es verdad. Sin embargo, esa afirmación puede inducirnos a un error: pensar que en el pasado las mujeres no tuvieron casi protagonismo. Una absoluta injusticia.

En la noche del viernes pasado se presentó en la Librería Pérgamo el volumen nueve de “Tolimenses que dejan huella”, dedicado a ocho mujeres que desempeñaron un papel fundamental en la vida cultural, académica, artística, educativa, deportiva, social y filantrópica durante la segunda mitad del siglo pasado en Ibagué. Este libro resalta las contribuciones de Ruth Álvarez de Hernández, Matilde Díaz Martínez, Susana González de Castaño, Marina Villamizar de Hinestrosa, Cesarina Marulanda de Borrero, Pina Muñoz de Trujillo, Mariela Quintero de Levy e Inés Vélez de Danna. A ellas debe Ibagué la creación y/o el sostenimiento de numerosas entidades como el Colegio Gimnasio Campestre, CEDESCO, el Liceo VAL, las Damas de la Caridad, el ancianato público de Ibagué, el Jardín de los Abuelos, la Liga contra el Cáncer, la Asociación de Amor a Ibagué, la Liga Antituberculosa, las clínicas Minerva y Tolima, el Dormitorio Don Bosco y el albergue infantil Alfonso López, entre otras.

Sus acciones cívicas surgieron como respuesta a una época crítica, cuando el Tolima padeció la violencia de mediados del siglo XX, que dejó numerosas viudas y miles de huérfanos. Estas mujeres sintieron la necesidad de ayudar a los más débiles, particularmente a mujeres campesinas desplazadas por esa violencia y la falta de oportunidades. Todas profesaban una ética cristiana que las impulsaba a ayudar al desvalido. Su compromiso fue ejemplar y demuestra una capacidad de ejecución asombrosa.

Tuve el privilegio de leer la publicación y no vacilo en recomendarla. Es ideal para leer en esta Navidad, pues lo reconcilia a uno con la vida y con el país. Todas las historias recogidas en el libro son inspiradoras, el caso de la médica Cesarina Marulanda de Borrero es singular, ya que brindaba atención médica gratuita a “trabajadoras sexuales”. Uso las comillas porque me cuesta aceptar que la prostitución sea un trabajo; pero, en fin, ese es otro tema. En su crónica encontré una frase que me impactó profundamente: “La leche de los niños pobres me hierve en las manos”, pronunciada por su esposo, Lucas Borrero, también médico, reflejando un profundo compromiso social con la niñez desamparada. Ambos ejercían su profesión sin cobrar a los más necesitados.

Hace bien la Universidad de Ibagué, editora del libro, en combatir la desmemoria y el olvido. Estoy seguro de que vendrán más crónicas, pues en el Tolima hay muchas mujeres que también merecen ser recordadas por su legado. A riesgo de cometer involuntarias injusticias, vienen a mi mente los nombres de Esther Julia Cárdenas (Mariquita), Cecilia Polanco de Laverde y Gladys Torres de Iregui (Honda), Hilda Martínez de Jaramillo (Líbano), Amanda Arbeláez de Ramírez (Ibagué) y Carlina Ortiz de Saiz Ayerve, la primera mujer en ser alcaldesa del Tolima, en Mariquita, donde lideró un grupo de acción cívica formidable. Carlina murió en el año 2021 en Pamplona (España).

Felicito a Carmen Inés Cruz y a Luz Ángela Castaño, coordinadoras de este bellísimo proyecto. El libro es una dosis de optimismo y un acto de justicia con el liderazgo femenino. Los animo a leerlo.

Guillermo Pérez Flórez

Comentarios