¡Huy, qué semanita!

Iván Ramírez Suárez

Tremenda estuvo esta semana que termina. En el mundo, Colombia, el Tolima e Ibagué. Muchas noticias nada agradables. Como si no nos bastara con el cuotidiano lío armado por Corea del Norte, disparando misiles de ‘ensayo’ a diestra y siniestra, Siria volvió a explotar y el acuerdo entre Obama y Putin para dar salidas al conflicto interno y el internacional con el Estado Islámico, detonó y las secuelas dan muestras de existir más de un centenar de muertos producto de las ‘equivocaciones’ de ambos bandos ante la inercia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para adoptar decisiones, dada la facultad de veto que poseen a su interior ambas potencias.

Y en Estados Unidos siguen asesinando afro descendientes, lo que ha originado una vez más la legítima protesta, esta vez de habitantes de Carolina del Norte, lugar de ocurrencia de su homicidio a manos de la Policía. En lo nacional, la ardua lucha alrededor de la votación del plebiscito el próximo domingo, que ha tornado un debate político e ideológico en rencillas y agresiones personales entre uribistas y santistas.

Para sumar, un nuevo episodio de corrupción de la Policía, que ha dejado capturados a más de 18 uniformados que aliados con la delincuencia común pretendían mantener los privilegios que la seguridad pública y la información de inteligencia permite usufructuar con el consiguiente beneficio de ambos bandos.

Ya en el Tolima, a la Justicia le resultaron nuevas máculas. Por un lado, un fiscal seccional de la unidad de delitos contra la Administración Pública hubo de salir esposado de su oficina detenido por investigadores de la misma institución en la que labora, al dictarse orden de captura en su contra, sindicado de recibir dineros de empresas ilegales a las que el mismísimo fiscal investigaba penalmente. Lo nuevo fue la captura. Porque las coimas son muy comentadas en esa unidad, denotándose una simetría inversamente proporcional a los resultados. Y por el otro, el homicidio contra su esposa y posterior suicidio de un fiscal de la unidad de apoyo de las fiscalías locales de Ibagué, expresión de la violencia e intolerancia manifiesta que nos golpea, sin distingos sociales o culturales.

Estos hechos se suman a la captura y condena de la Juez quinto penal del circuito de Ibagué, las órdenes de captura contra otro juez civil del circuito y uno más de control de garantías, que huyen para evitar la cárcel- Ah, y la condena de oficiales mayores de juzgados y un tribunal, y la de funcionarios menores, que han maltrecho en recientes épocas la dignidad de la Justicia.

Y para rematar, la estrategia del doctor Mata (‘excelentísimo’ Orlando Arciniegas Lagos) que sigue prosperando, porque a los operadores judiciales al parecer se les olvida que cuando hay papaya puesta, hay papaya partida, y más cuando los comensales son hábiles delincuentes con quienes han trajinado y compartido durante bastante tiempo de sus mutuas vidas como servidores públicos y abogados litigantes.

¿O será que como en el caso de los secuestrados, aquí también emerge el “síndrome de Estocolmo” y subrepticiamente se generan  malévolas movidas?

No quiero hilar tan delgadito, prefiero regocijarme por el repentino vínculo sentimental surgido entre Oscar Barreto y Guillermo Alfonso Jaramillo y que los ubica como los nuevos mejor ‘amiguis’ del Tolima.

Ojala perdure.

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