El recién creado “Premio Jair Bolsonaro del Medio Ambiente” fue ganado por una institución regional: Cortolima. Un verdadero honor para tolimenses y colombianos, que ésta entidad dirigida durante casi ocho años por el abogado Jorge Enrique Cardoso, haya sido merecedora de tan altísima distinción mundial, creada para rendir homenaje al actual presidente de Brasil (de ahí el nombre), quien es reconocido como un ferviente protector y defensor de una de las reservas y riquezas naturales más grandes e importantes del planeta: la Amazonía.
Y no es para menos. Cardoso, quien es criticado injustamente por ‘resentidos’ y ‘envidiosos’, desde su posesión se ha dedicado sin descanso, con transparencia, honestidad y cero politiquería, a realizar una brillante labor que arroja evidentes resultados en favor del Medio Ambiente del departamento. Ejemplos exitosos de su labor, por citar algunos, los ríos Cucuana y Saldaña, cuyas caudalosas aguas no solo se han protegido, sino incrementado, gracias a su vigilante gestión y trabajo que han impedido que las depredadoras empresas extractoras de arena, gravilla y piedra, se instalen en el sur del Tolima y destruyan con sus mortales dragas y retroexcavadoras tan importantes recursos hídricos.
Actuación similar ha hecho en Ibagué, no solo vigilando y sancionando a constructores que invaden las zonas de aislamiento y protección de nuestros ríos y quebradas, sino además, negando cualquier permiso o autorización ambiental destinada a destruir nuestros árboles y bosques. Podría mencionar muchos ejemplos más de su incansable y brillante trabajo. Pero es necesario destacar aquella que le ha permitido ser el primer ganador del premio internacional “Jair Bolsonaro”. Su increíble gesta es la siguiente:
Ricardo Espinosa Perdomo es un reconocido reportero gráfico, pensionado y residente en Ibagué. Hace algo más de ocho años, cubriendo un hecho periodístico en la represa de Prado para un periódico regional, encontró desprotegido y en estado preagónico un loro pichón, por lo que decidió abrigarlo con su poncho y traerlo consigo a Ibagué. Su esposa ofició de madre y con mucho esfuerzo, ternura y dedicación lograron que sobreviviera. “Fue para nosotros un hijo más que alegró el hogar”, me expresó Ricardo. Y así fue tratado no solo por ‘sus padres’ sino por sus ‘hermanos’ - por adopción - los hijos de la pareja. Ocho años de inolvidable convivencia libre, pues nunca fue enjaulado.
El pasado 10 de julio, agentes de la Policía Ambiental cumpliendo órdenes de Cortolima, ingresaron a la residencia del reportero gráfico y procedieron a incautarles a “Carolo”, como con cariño lo llaman, bajo amenazas de judicializarlos y multarlos hasta por 25 millones, la familia fue obligada a entregarlo de manera “voluntaria” como quedó en el acta. No ha valido razón alguna. Hasta con el director Cardoso habló Ricardo, quien no solo admite su “increíble gesta” en favor del medio ambiente, sino que se ufana de ella, como un positivo más de su mandato. Carolo, será enviado a un zoológico para que lo exhiban enjaulado, como nunca lo ha estado, si antes no muere deprimido.
Un positivo, que es destacado en el ámbito mundial y que ha merecido el premio otorgado: “Premio Jair Bolsonaro del Medio Ambiente”. ¡Felicitaciones!, malogrado director.
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