Sin efecto teflón y con efecto esponja, así podría calificarse la suerte del mandatario de los colombianos Juan Manuel Santos ante la opinión pública. Opinión que de por si es volátil.
Durante el gobierno anterior ocurrieron muchas cosas que dejaban mal parado al gobierno pero no al expresidente Uribe. Durante esos ocho años se acuñó el termino efecto teflón para indicar que a Álvaro Uribe le resbalaba las desaciertos de su gobierno; los falsos positivos, escándalos de corrupción, las equivocaciones de política internacional, los choques de trenes con las Cortes, la yidis política, no afectaban la popularidad del entonces presidente.
Las encuestas nunca le castigaron, sus funcionarios se rajaban pero él no. Nunca se pudo saber a ciencia cierta por qué de esta situación, la explicación más cercana se achacaba su liderazgo, a la prioridad de enfrentar a las guerrillas, y al cariño que la Nación le profesaba por considerarlo el salvador de un Estado casi fallido.
Ahora, ocurre todo lo contrario con Juan Manuel Santos, cualquier situación que pasa en el País es directamente relacionada con él, como si existiera un efecto esponja en el cual el mandatario nacional paga directamente con su popularidad las cosas buenas y malas que le pasan a Colombia.
Circunstancias, que inclusive tienen orígenes en gobiernos pasados, son facturadas por la opinión pública al Presidente. El ejemplo principal es lo ocurrido con el fallo de la Corte Internacional de Justicia, situación que reventó en su gobierno pero sobre la cual todo el país es consciente existe una responsabilidad de los gobiernos anteriores, o en el otro extremo las medallas olímpicas obtenidas por deportistas colombianos en Londres 2012.
Las últimas encuestas de opinión dan cuenta de esto. Cuando el país se esperanzó con los diálogos de paz, la popularidad subió, cuando el fallo de la Haya, la popularidad bajo, cuando la marea se tranquilizó volvió a repuntar.
Pareciera no caber duda que la fuerte presencia presidencialista en Colombia hace que la sociedad relacione directamente el futuro del país con la presidencia de la República. Para el caso del presidente Santos lograría entenderse que la figura presidencial es institucional, esto podría significar que él es percibido como una institución y no como un líder. En otras palabras el Presidente Santos representa el establecimiento, y dependiendo como se perciba este, así mismo se le percibirá.
El origen del efecto esponja podría encontrarse en la misma génesis de la actual presidencia y del gobierno; la Unidad Nacional. La carga semántica de esta categoría es amplia e indica que ante la opinión la suerte del país está sobre los hombros de Juan Manuel Santos como presidente.
Este escenario debe ser complicado para el manejo de imagen del gobierno, sin embargo, al analizar comparativamente los porcentajes de aceptación y popularidad del Presidente Santos con los porcentajes de otros presidentes de la región no está tan mal calificado y se mantiene en un rango aceptable de popularidad y confianza. Buenas noticias para la reelección.
Sin efecto teflón y con efecto esponja, así podría calificarse la suerte del mandatario de los colombianos Juan Manuel Santos ante la opinión pública. Opinión que de por si es volátil.
Credito
JAIME EDUARDO REYES
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